viernes, 28 de agosto de 2020

Tarde

 "Maldita sea la hora". En mi cabeza vuelvo a ese día una y otra vez. Al momento en el que levanté la vista y te vi, te vi y te reconocí. Tenías los ojos más raros que vi jamás, no sé si verdes, azules o qué, pero te vi y supe que vos eras vos y que ibas a ser alguien especial en mi vida (si es que ya no lo eras). Todo empezó con un "te vi" y con los meses siguió, las palabras se convirtieron en diálogos, las noches en madrugadas y los días en semanas. Pero yo había llegado tarde a tu vida y eso era irremediable. Por más que me vieras, por más que te viera, por más que nos reconocimos enseguida, había llegado tarde. "Maldita sea la hora" volví a decir, nunca ibas a ser mío, jamás iba a ser tuya, éramos dos que se conocían pero que jamás coincidirían, como líneas paralelas que viven juntas, pero jamás se tocan. Nos reconocimos enseguida, pero tarde, tarde para vivir nuestra historia, tarde para escribirla. Es tarde para lágrimas. Viviremos el nuestro de nuestras vidas, pero no juntos.

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