Volví a la vida de estudiante; a las noches sin dormir, a las tardes enteras resumiendo fotocopias en letras, que si tuviera algún problema de vista, no podría ni intentar leer; llegué para conocer y reconocer a mis compañeras de piso, para reencontrarme con mis primas, mis muy variad@s y dispers@s amig@s-si coincidieran en un evento, como por ejemplo mi fiesta de cumpleaños, tendría material para hacer hasta 5 tesis distintas-mis compañer@s, a los que de una u otra forma termino extrañando y hasta las desestresantes ordas de cabras que se agolpan en la zona limítrofe a mi facultad.
No esperaba mucho, porque siempre la distancia y el tiempo cambian las circunstancias y la mayoría de las veces, el tren se va sin que te des cuenta y las personas y los momentos se pierden, quizá para siempre. Me alegró, saber, que esta vez, no fue así.
Charlie, una de mis mejores amigas, dice que soy asquerosamente arisca, y tiene razón, pero naturalmente, le replico y le digo "Hasta que entro en confianza". Cuando nos vimos tras la vuelta a clases, en abril del año pasado, ella me abrazó y yo me sentí incomodísima. Se dio cuenta. Recién al final de cuatrimestre, mientras terminábamos un parcial, le di un abrazo, delante de la profesora y todos mis compañeros. Se me quedó mirando anonadada...
Lo repito, las personas con las que me relaciono habitualmente, sean amigos, un poco más que amigos o un poco menos, son muy pero muy distintas. Es por eso, que extrañé humores, formas de ver el mundo, acentos y modos de hablar que aunque son diametralmente opuestos no dejan de ser importantes en mi vida.
Me costaría imaginar el año sin escuchar el acentito caribeño de una, la voz chillona de otro; sin comer la comida vegetariana de alguna, la improvisada de otra; sin escuchar a tal criticar al gobierno y a tal otro apoyarlo fervientemente, sin reírme a carcajadas con las bromas de algunos, sin crear frases entre bizarras, ridículas e ingeniosas con otros o estar semanas pensando y encontrándole mil sentidos distintos a los razonamientos cerrados de X o buscar forma de retrucarle a tal otro que su 2+2 no siempre le puede dar 4.
Recordé, mientras volvía a casa, tras encontrarme con un par de amigas, que sin pensarlo dos veces, me abrazaron a mí, antes de que tuviera tiempo de reaccionar, que durante la semana anterior también me había encontrado con varias personas y a ninguna de ellas le había dado un abrazo. Recordé también, que cuando las volví a ver sentí lo mismo que con mis amigas, una mezcla de ansiedad, tensión, alivio, euforia y hasta felicidad. Estaba feliz porque los volvía a ver.
"Puta madre" me dije. "¿Por qué no les dije que estaba feliz de verles?, ¿por qué en vez de darles un beso o la mano no los abracé?"
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