"Son esos ratitos que me das en los que es mucho mejor no hacer más fuerza y dejar que si se va el corazón, que si se va que se vaya, no lo echaremos en falta"
Son quince cuadras que me parecen eternas, en las que siento que no me dan las piernas para caminar un paso más pero sigo caminando, respiro, camino, respiro hondo una vez más y sigo caminando.
Así voy, así llego, así te veo venir y me veo llegar.
Caliento motores en Parque Saavedra, agarro mi mochila llena de libros y boludeces y empiezo la recorrida. Miro para todas partes antes de cruzar y cruzo una calle tras otra. Atravieso plaza Moreno no sin antes preguntarme si es cierto que las estatuas hacen cuernitos o si la Catedral está abierta o si alguna vez volveré a alguna misa.
Ya cuando hice diez cuadras siento que no doy más, que me puedo desarmar, que no puedo correr, pero no puedo dejar de andar, el movimiento es vida y no quiero detenerme.
Paso por casa, dejo mis cosas, junto otras nuevas, me peino, tomo agua y emprendo la recorrida otra vez. ¿Cómo huelo?, ¿tendré mucha cara de rota?, ¿seguirás teniendo esa cana enorme sobre tu cabeza?, tantas preguntas y yo sólo quiero llegar.
Atravieso esa puerta como tantos otros jueves, en los que me cuestiono por qué no soy más linda, más inteligente, más simple o menos cagona. Subo casi por inercia, siento pasos, movimientos y luego el tono terroso de tu voz. Sos vos.
Entro. Dejo mis cosas y me siento.
Dame otro ratito. Qué lindo que es volver a verte. Quisiera que esto dure para siempre.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario