El teléfono marca las 18:58, vas por 48 con los minutos contados, doblás en 6. Facultad de Ciencias Económicas. Ves remeras moradas y amarillas desde esa esquina hasta la de 47, te agarrás de una de las barandas, tomás impulso y subís por las escaleras. La última vez que viste tanta gente en la puerta fue durante el ingreso, allá por febrero, cuando sabías que subir esas escaleras implicaba el comienzo de una nueva etapa de tu vida que marcaría también, como mínimo, los cinco años siguientes.
Llegaste a la puerta. Ya sabés o suponés que la cantidad de la gente que viste es sólo el 1% de lo que hay adentro. Se te pueden hacer las siete, las siete y cinco y no te importa, tenés la excusa: "estoy escuchando las propuestas de los candidatos del CECE, perdón por la demora". Ninguna elección se puede tomar a la ligera, ni siquiera dentro de una facultad. Tener quién te represente tanto en ideología como dentro y fuera del ámbito académico es importantísimo. Tu voto es el que hace la diferencia y puede definir un sinfín de cosas a lo largo de toda tu vida académica.
Se me acerca una chica.
-Hola, te puedo dejar un volante de...?
-Sí, sí, dale, dale, dale, dale...
El volante es claro, concreto, conciso. No se necesitan de grandes palabras para demostrar hechos. Hay quien dijo que al hacerlas, las cosas se dicen solas, este es el caso. No necesitás devanarte los sesos en escribir cosas que quizá nadie lea o por falta de tiempo o por falta de interés. Demostrá que hiciste, esa es tu mejor carta de presentación.
Si agarrás un volante de una agrupación, es casi seguro que al ver tu reacción, los de otras fuerzas también se te acerquen.
-Buenas tardes compañera, te puedo contar sobre nuestras propuestas para el 2016 sobre...-dice un militante que parece tener todo el tiempo del mundo en ese pasillo en el que el resto de la gente va a mil.
"Compañera", "compañera", "compañera", compañera se volvió algo tan trillado, tan usado que prácticamente ya perdió su sentido original, es chocante que te lo digan y que de esa forma quieran incluirte dentro de un grupo del que no querés o no te interesa ser parte.
-Disculpame, está todo más que bien con vos, pero no soy tu compañera. Te acepto el volante, sí, Lo voy a leer.
Mientras sigo mi camino por el pasillo lo miro muy por arriba, la estrategia es simple; la agrupación que representaba el pibe se compara con otra, saca sus supuestos trapos sucios y da cuenta de ese manejo antinómico básico que pone al potencial elector en una disyuntiva "o con nosotros o con ellos" y "sin querer queriendo", pretende polarizar la elección entre dos agrupaciones, cuando en realidad existen otras dos con las que podrían, en un hipotetiquísimo caso disputar la minoría en el consejo directivo.
Voy hasta la escalera principal de la facultad, después del primer piso, casi no hay militantes, nadie en su sano juicio subiría tanto por escaleras, supongo.
-Vicky...
-Dámelo, lo leo después...
Una conocida me da el volante de su agrupación, sabe que no los voy a votar, pero que sí los leo, para ver qué dicen. Ninguna elección es completa sino escuchaste todas las campanas y todas las propuestas. Hacerlo te sirve también para convencerte de a quién vas a votar y a quién no votarías nunca.
Llego al aula 19:06. Ni bien llegue a casa, con la cena ya servida, me pondré a leer qué dicen los candidatos, pero pese a todo, ya tengo mi voto definido.
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