Cada vez que pienso en el Día del Amigo me acuerdo de la anécdota de las llaves que Galeano cuenta sobre Benedetti. También, de que Borges dice que la amistad, a diferencia del amor, no necesita de frecuencia. Mis más grandes amistades nunca fueron esperadas, simplemente surgieron, por ejemplo, porque nos enterábamos de que amábamos u odiábamos lo mismo, porque ante las mismas situaciones reaccionamos igual o porque un día x nos empezamos a hablar y otro día x nos dimos cuenta de que nos “bienqueríamos”.
Los amigos que tengo me salvaron más veces de las que se los digo y cuando sé que están en problemas soy la primera que se pone las botas y va al frente a pelear con quien sea/lo que sea. Para mí eso es la amistad, estar ahí, más allá de la distancia, más allá del tiempo, sin mochilas, sin expectativas, en el día a día, “regando“ el vínculo, como si fuera una plantita.
Mis amigos, como decía Galeano que decía Benedetti, son mis llaves, porque me abren a caminos o recorridos que jamás hubiera hecho sola. La amistad, como decía Borges, no necesita de frecuencia, pasa un año o 14 mil kilómetros sin que nos veamos y sé que mis amigos están, que podemos decirnos todo, lo bueno y lo malo. Sabernos amigos implica eso, estar en todas.
Si existe algo mejor que saberse así de “enamigada“ no quiero saberlo. Feliz día y gracias a todos.
(Las llaves son las de mi casa y cada uno de esos llaveros me los dio un amix)