jueves, 20 de julio de 2023

Amistad&more

 Cada vez que pienso en el Día del Amigo me acuerdo de la anécdota de las llaves que Galeano cuenta sobre Benedetti. También, de que Borges dice que la amistad, a diferencia del amor, no necesita de frecuencia. Mis más grandes amistades nunca fueron esperadas, simplemente surgieron, por ejemplo, porque nos enterábamos de que amábamos u odiábamos lo mismo, porque ante las mismas situaciones reaccionamos igual o porque un día x nos empezamos a hablar y otro día x nos dimos cuenta de que nos “bienqueríamos”. 

Los amigos que tengo me salvaron más veces de las que se los digo y cuando sé que están en problemas soy la primera que se pone las botas y va al frente a pelear con quien sea/lo que sea. Para mí eso es la amistad, estar ahí, más allá de la distancia, más allá del tiempo, sin mochilas, sin expectativas, en el día a día, “regando“ el vínculo, como si fuera una plantita. 

Mis amigos, como decía Galeano que decía Benedetti, son mis llaves, porque me abren a caminos o recorridos que jamás hubiera hecho sola. La amistad, como decía Borges, no necesita de frecuencia, pasa un año o 14 mil kilómetros sin que nos veamos y sé que mis amigos están, que podemos decirnos todo, lo bueno y lo malo. Sabernos amigos implica eso, estar en todas. 

Si existe algo mejor que saberse así de “enamigada“ no quiero saberlo. Feliz día y gracias a todos.


(Las llaves son las de mi casa y cada uno de esos llaveros me los dio un amix)



martes, 18 de julio de 2023

Futuros negados


Es 18 de julio, otra vez. De todos los homenajes que cada año le hacen a las víctimas de la AMIA, este siempre es el que más me “pega“. Sebastián Barreiros fue la víctima más joven del atentado, tenía cinco años, mi edad. Mis recuerdos de aquel momento se basan en el contraste de imágenes de esa mañana mientras desayunaba en lo de mi abuela. Un segundo mirábamos la repetición de la final del Mundial y al siguiente el edificio de la calle Pasteur en ruinas.

De la primera persona que me acuerdo cuando pienso en ese día es de una señora gritando sin parar “mi hija, Paola, quiero a mi hija“. Muchos años después, supe el nombre de esa madre y la hasta ridícula casualidad que hizo que su hija bajara del ascensor justo en el momento en el que explotó la bomba.

En cambio, mi mamá, cada 18 de julio se acuerda de Sebastián y más precisamente de su mamá, Rosa. A las 9:53 ellos iban de la mano, por la vereda, jugando al “veo, veo“. Sebastián, esa mañana había pedido viajar en subte, porque en los túneles vivían las Tortugas Ninjas y estaba en su primer día de vacaciones de invierno. “La onda expansiva se lo arrancó de las manos“, repite mi mamá y un poco se le quiebra la voz pensando que le podría haber pasado a ella o a cualquier otra madre que en ese momento pasara por allí jugando al “veo, veo“ con su hijo.

Hace unos días me acordé de que existía este corto. Sebastián hoy tendría mi edad, la de mis amigos, quizá se reiría al pensar que las Tortugas Ninja estaban en el subte, quizá iría con sus hijos de la mano por la vereda, quizá estaría protestando en una autopista colapsada y son todos quizás, porque nadie tiene la certeza de qué pasaría, porque el 18 de julio de 1994, a Sebastián, al igual que a otras 84 personas le negaron el futuro.

domingo, 9 de julio de 2023

9 de julio


 Es 9 de julio, Día de la Independencia Argentina, pero no es un domingo cualquiera. Alterno momentos en los que escribo una nota con otros en los que leo páginas enteras de información, un poco en inglés, un poco en italiano, un poco en castellano. De fondo suena una versión de “Gracias a la Vida“ de Mercedes Sosa, en un idioma que apenas distingo. La puse adrede, porque hoy era el cumpleaños de la Negra y porque necesito un cuarto idioma para concentrarme en los otros tres.

 Estoy escribiendo una monografía y necesito una foto del pasaporte de mi nonno, en la hoja de atrás está el número de dos decretos. Obviamente, los busco, los encuentro. En aquel momento, Italia y Argentina tenían una serie de acuerdos por los que quienes tenían un oficio técnico-industrial o eran artesanos serían acogidos con más facilidades para establecerse, primero ellos y luego sus familias. 

Mi nonno, artesano de la madera, que había salido de Torino con el título de ebanista, pudo venir a Argentina gracias a esos acuerdos, gracias a que este país deliberadamente quiso recibirlo para que trabajara. Su llegada, después, posibilitó que viniera el resto de su familia, mis bisabuelos y mis tíos abuelos. Gracias al Angelo pionero, al aventurero, al trabajador, yo estoy escribiendo estas líneas. 

Gracias, Argentina, por recibir en tus tierras primero a mi nonno y después, por reunir a toda la familia. Gracias a nuestros países de origen (acá incluyo a España también, para que nadie diga que nunca la nombro) por darnos a quienes nos dieron la vida y gracias Argentina, patria de acogida, por permitirnos prosperar y ser libres en este suelo.


La foto es del Conte Grande, el barco en el que llegó mi nonno en abril de 1950.