Cuando estaba en segundo año, mi profesora de Antropología me dijo: "Vas a caer no cuando te recibas, sino la primera vez que te presentes y digas 'soy fulana, licenciada/profesora/técnica o lo que sea'". Como lo escribo todo, en ese momento me imaginé en un futuro sentada frente a la compu, terminando un word eterno al que firmaría como primero con mi título y después con mi nombre. Todavía no llegué a eso, pero en cualquier momento puede pasar.
En 2013, cuando estaba en cuarto de la Licenciatura, me anoté también para el Profesorado. Tenía que hacer alrededor de 10 materias y como dos años antes había sido capaz de meter 11, sabía que podía. En medio de todo eso, me pasó la vida, giré para tantos lados como pude y llegué a 2014 diciendo que nunca más pisaba la Facultad de Periodismo. Arranqué Económicas, me encantó, pero metía materias no como máquina sino como carreta y mi vida de adulto, esa que de a poco empezaba a ser cada vez más importante, me exigía dispersarme menos y empezar nuevos caminos. Tenía que sacarme cosas de encima, tenía que empezar a terminar cosas, a dejar de dividirme, dejar de pensar en el pasado y en todo lo que no hice, para empezar a concretar todo y lo mucho que quería hacer conmigo. No había ni hay otro modo que no sea ir para adelante.
Empecé este año, vi mi analítico y para ser profesora me faltaban cinco materias. Meterlas después de un año en el que sólo había hecho dos era ponerme a estudiar el doble de tiempo y hacer el doble de esfuerzo. Cuando lo dije y lo pensé, no recibí otra cosa que muestras de apoyo y no pude hacer otra cosa que avanzar. Y así llegué, pasito a pasito, aprobé 1, 2, 3 materias y cuando me faltaban las últimas dos me morí de miedo, de dudas, de nervios, pero sabía que si no seguía caminando, nunca iba a poder correr.
Cuando después del coloquio más largo de la historia, dijeron "está bien", me quedé dura, hasta que alguien que siempre tuve al lado en todo este cuatrimestre dijo: "un aplauso para la compañera, que se acaba de recibir". Me aplaudieron más que al resto y me puse bordó como siempre.
Primero le avisé a mamá y mis hermanos por nuestro grupo de whatsapp que se llama "May the four be with you", haciendo alusión a la frase de Star Wars (May que force be with you) y al hecho de que somos cuatro y en la vida y para todo, la fuerza viene de la familia. Ellos no estuvieron físicamente, pero siempre estuvieron ahí, siempre están en todas.
Después se fueron enterando todos mis mundos: mis amigos, mis compañeros de las dos facultades, mis compañeros de militancia, el resto de mi familia, mi jefa, el pibe. Lo que siguió fue un baño eterno en espuma y agua que duró desde la facu hasta el centro ininterrumpidamente, correr al trabajo, comer con más placer que nunca y después de casi ocho horas, dormir de corrido durante casi nueve horas y abrir el vino que había prometido tomar sólo después de rendir la última materia.
Todavía no caigo y no sé cuándo lo haré. Lo único que tengo claro es que terminar cosas te hace libre, empezar nuevas etapas, también. Una vez más, estoy lista. (Y la fuerza está conmigo)
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