martes, 1 de agosto de 2017

Goodbye my lover, goodbye my friend

Una mañana, al hombre del kiosco de diarios, que siempre se las ingeniaba para traerme La Capital o Los Andes, le pregunté cuál era el diario que menos le compraban. El “Buenos Aires Herald” me respondió,” lo compra uno que otro así blanquito como vos, pero nadie más, en cualquier momento muere”.  

Desde ese día, siempre que podía, porque ya compraba un diario local, uno provincial y uno nacional, también separaba un poco de plata para comprar el Herald. Me daba no sé qué que un diario fuera a cerrar porque nadie lo compraba y pensaba en los escritores/periodistas que lo hacían, ¿se sentirían como nos sentimos todos cuando no nos leen?

Corría 2012, un año de mierda (no hay otra manera de decirlo). Me mudé a un nuevo departamento, ese mismo día rompí una bacha y ahogué mi celular en una taza de té verde a medio tomar; al mes, en pleno mayo y en La Plata, no tenía gas y todas las mañanas iba a buscar agua a la facultad, que quedaba a dos cuadras, para poder tomar unos tés calientes. Tampoco tenía internet y menos que menos televisión. 

En medio de todo eso, creo que lo único que me salvó fue que nunca dejé de leer (ni de escribir, pero eso ya es para otra historia). Desde antes de cursar Gráfica 1, mis mañanas empezaban con los diarios sobre la mesa y por más aislada del mundo que estuviera, ese pequeño ritual siempre se mantuvo intacto. Tener un diario nuevo para ver era espectacular y como fanática de los idiomas que todavía soy, me devolvió los colores. Cada palabra y cada expresión que descubría me entusiasmaban más y más.

En una época en la que no estaban tan masificadas las aplicaciones, tener un buen diccionario costaba un ojo de la cara y vivía a comedor universitario, agua y bizcochitos Don Satur, tener un diario con el que encontrara el equilibrio justo entre aprender más de un idioma (por ese entonces ya hablaba tres) e informarme, casi-casi que se acercó a la gloria. 

Me volví a mudar, a tomar una ducha caliente y a pasar horas en internet, pero siempre pasaba a buscar el Herald y le fui leal por años, inclusive cuando se volvió un semanario que salía cada viernes y paulatinamente se fue apagando. 

Hoy, pasados sus 140 años, no va más. Siento que algo se me rompió, o peor aún, que se fue una parte de mi vida.


"You have been the one, you have been the one for me..."



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