-Me podría haber muerto. Esa noche podría haberme muerto. Y me daba absolutamente igual.
Ella me escuchó y no pudo evitar llorar. Agarré un puñado de pañuelitos descartables y seguí mi relato.
-No me acordaba de nada, no me quería acordar. Solo me habían quedado sus palabras, esas que hicieron un hueco tan grande y tan hondo que no sé si algún día voy a volver a llenar. Solo tenía vestigios de esa noche, de lo que fui, de lo que éramos. Me acuerdo de agarrar mi tapado rojo y cerrar la puerta con furia, de que puteé a una señora y crucé la acequia, pero después no me acordaba más nada, no me acuerdo. No sé cómo fue que saqué esa foto que te dije o en qué momento me desvestí o qué hice después. Tenía todo borrado, hasta hoy, que soñé que me moría.
-¿Y te veías linda de muerta?
-Tenía los ojos hinchados. Como cuando me los vi en un espejo después del mediodía. El auto dio un volantazo, bueno, lo dio él. Casi volcamos, eso pensé. Cerré los ojos y siguió manejando, pero yo pensé por segundos, por milisegundos que podía estar muerta. Tuve la misma sensación que cuando tenía 10 años, mi tío manejaba y de un supermercado salió un Falcón verde y no pudo frenar; mamá se rompió la nariz por proteger a mi hermanito y a mí me dolía la cara. Fue lo mismo que sentí en la alameda, cuando iba en un auto repleto, un taxi salió de la nada y también chocamos. Yo estaba en la misma posición que en el auto de mi tío y también me golpeé la cara. Estaba igual de aterrada, pero esas dos veces no pensé que me iba a morir, ahora sí. Y no puedo parar de llorar. Me podría haber muerto, me podría haber matado tantas veces.
-Por algo no fue ninguna, para algo...
Asiento.
-A vos no te importaba morir, porque no te importaba tu vida y eso pasa solamente cuando estás muerto, ¿no?
Me quedo pensativa.
-¿Sabés lo que creo?, que vos ya estabas muerta.
-¿Qué?
-Sí. Vos estabas muerta. Ese volantazo solamente te despertó. Si ahora llorás, es porque volviste a nacer.
(Silencio largo)
-Felicidades.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario