viernes, 11 de marzo de 2016

La espera

Son las 8. La hora que habíamos convenido para encontrarnos.Yo estoy ahí, siempre llego puntual, a veces hasta me paso y soy impuntual, pero por llegar demasiado temprano.
Desde las menos cuarto que miro hacia el picaporte, sabiendo y sin saber si la próxima persona que va a entrar sos o no sos vos, si venís o sólo vine a perder el tiempo, el día y un poquito menos del orgullo que quedaba por ahí un par de veces evitó que cometiera varias locuras.
Si mi orgullo no existiera, desde las y media que te estaría esperando, pero no, di tres vueltas a la manzana antes de entrar.

¿Estarás haciendo lo mismo o ni siquiera saliste de tu casa?
Conté ovejas toda la noche y con vos podría contar hasta el infinito, te juro. Se hicieron las ocho sí.
Entraron dos señoras, un perro, un elefante rosado, un unicornio azul y un caballo que habla. ¿Qué dije?, ¿que puedo contar hasta el infinito?, ¿realmente puedo?, ¿realmente quiero?

Yo no soy Penélope de nadie, ¿por qué tendría que esperarte? La respuesta es obvia, me la estoy jugando, a todo o nada, a matar o morir, a entregarme o no.

Son las ocho y media. No puedo más. Me voy, me voy, esto fue un error, pensé que estabas cerca, pensé que estabas, que te pasaba lo mismo que a mí, y no. Ya me volví estúpida mirando al picaporte, sintiendo el chirrido de la puerta, mirando pies que no son los tuyos, cuerpos que ni se le parecen al tuyo y presencias que no me hacen tener el corazón en la boca.
Me levanto. Estoy dolida, decepcionada, rota. ¿No era que el universo se complotaba con las causalidades cuando querías algo?, ¿por qué ahora no pasa nada?, ¿por qué?

--Victoria.
El grito viene desde el fondo. Me estremece de pies a cabeza. Es la voz que quería escuchar, tu voz.
Me doy vuelta. Estás ahí. Te veo levantarte, te veo mirarme.
--Me cansé de dar vueltas a la manzana, te estaba esperando.Yo también te estaba esperando.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario