Seguro tuviste más de un problema por ser principista, tozudo y pensar todo quinientas veces como buen taurino. Conociste a la abuela aprendiendo idiomas, sabías hablar cuatro, igual que yo. La frase de cabecera de mi blog es la misma que está en la primera obra que estrenaste con tu escuela de Teatro. Yo me enteré cuando llegué al posteo 50, vos quizá lo sabías. A veces quiero creer que lo sabías o que cuanto menos te lo imaginabas. Por eso todo.
Cuando di mi primera clase de Literatura, fuiste la primera persona que se me vino a la cabeza, después mamá, los chicos, mi nonno, pero primero vos, porque había escrito con una tiza fucsia, en parte queriendo y en parte sin querer "G. Bibiloni. Literatura 1" y sabía que vos hacía casi 60 años, con otra letra y en otro contexto, también habías hecho lo mismo. Sentí tanta emoción y tanto orgullo, que el miedo inicial se me fue, empecé a hablar, puse un tema de Serú Girán y repartí un texto de Sábato, Estabas ahí, no lo dudo.
Quiero creer que lo sentías. Que tenías la certeza de que tus libros, tus escritos y hasta tus cuadernos algún día iban a estar en mis manos o en las de alguno de tus otros diez nietos y que fue precisamente por eso que todas las portadas tienen tu firma y la fecha y que algunas páginas están marcadas o señaladas adrede, destinadas a alguien que quizá era alguien más, que no eras vos y tal vez era yo. Aunque no estuvieras físicamente, de alguna forma querías estar, te querías quedar. Permaneciste.
¿Cómo explico que te conozco, aunque nunca nos conocimos?
Sigamos contando hasta el infinito, como quería Ionesco.
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