jueves, 27 de octubre de 2016

Hoy mi corazón se vuelve delator


Cuando tenía 17 años, un mal diagnóstico médico amenazó con desbancar todos esos planes de independencia que venían con el fin del secundario. Todavía leo las letras verdes que decían "no apto para estudio". Sí, según ese papelito que decía que tenía un corazón gigante (vaya ironía), yo que me moría por entrar a la Universidad, no iba a poder hacerlo. Batería de estudios después, me dijeron "tu corazón está bien, vas a poder hacer lo que se te cante". Y lo hice. Corrí bajo la lluvia durante los veranos, nadé durante horas en la playa, escalé montañas hasta ponerme violeta, amé y me correspondieron, me ruboricé al ver a alguien que me gustaba, amé y me hicieron mierda, lloré como condenada, me reí todo lo que pude, salté en todos los pogos, grité de la emoción miles de veces, estudio/é una, dos, tres carreras y canté hasta quedarme sin voz, entre otras cosas. Usé mi corazón a más no poder (aunque sé que todavía puedo más) y no lo gasté, lo invertí. 
Hace una semana, un aparatejo de esos que miden la presión, tras una larga jornada, marcó un imperfecto 16, que estaba abismalmente lejos de mi normal 11. En el barrio había pasado toda la tarde explicándole a una nena cómo funcionaba el corazón y había vuelto a casa cantando "Under Pressure" de Queen. Estaba estresadísima, hasta las manos, en el horno y otras cosas más y cada ratito libre que tenía lo usaba para dormir. Por algún lado iba a reventar. Cama va, cama viene, pastillita va, pastillita viene, pensé en Galeano cuando decía "y nada tenía de malo y nada tenía de raro que se me hubiera roto el corazón de tanto usarlo", también en cuando yo decía que quería ser médica para inventar la vacuna contra el mal de amores, me acordé del cuento de Edgar Allan Poe,  del personaje de Jack Nicholson en Alguien Tiene que Ceder, que se presumía infartado cuando en realidad se estaba enamorando, de Bonnie Tyler, de Maná, de Alejandro Sanz, de Gilda, de Mel Gibson. De todos los corazones habidos y por haber, pensando que algo podía malir sal con el mío y amenazar la seguidilla de futuros locos que siempre me imagino que tendré. "Tu corazón está bien Victoria, es grande, pero es bueno" me dijo matasanos mientras se acomodaba los lentes y miraba con atención un electro y una eco.

 Estamos listos para más aventuras. Puedo contar hasta el infinito otra vez. 

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