Cuando tenía 17 años, un
mal diagnóstico médico amenazó con desbancar todos esos planes de independencia
que venían con el fin del secundario. Todavía leo las letras verdes que decían
"no apto para estudio". Sí, según ese papelito que decía que tenía un
corazón gigante (vaya ironía), yo que me moría por entrar a la Universidad, no
iba a poder hacerlo. Batería de estudios después, me dijeron "tu corazón
está bien, vas a poder hacer lo que se te cante". Y lo hice. Corrí bajo la
lluvia durante los veranos, nadé durante horas en la playa, escalé montañas
hasta ponerme violeta, amé y me correspondieron, me ruboricé al ver a alguien
que me gustaba, amé y me hicieron mierda, lloré como condenada, me reí todo lo
que pude, salté en todos los pogos, grité de la emoción miles de veces,
estudio/é una, dos, tres carreras y canté hasta quedarme sin voz, entre otras
cosas. Usé mi corazón a más no poder (aunque sé que todavía puedo más) y no lo
gasté, lo invertí.
Hace una semana, un
aparatejo de esos que miden la presión, tras una larga jornada, marcó un
imperfecto 16, que estaba abismalmente lejos de mi normal 11. En el barrio
había pasado toda la tarde explicándole a una nena cómo funcionaba el corazón y
había vuelto a casa cantando "Under Pressure" de Queen. Estaba
estresadísima, hasta las manos, en el horno y otras cosas más y cada ratito
libre que tenía lo usaba para dormir. Por algún lado iba a reventar. Cama va,
cama viene, pastillita va, pastillita viene, pensé en Galeano cuando decía
"y nada tenía de malo y nada tenía de raro que se me hubiera roto el corazón
de tanto usarlo", también en cuando yo decía que quería ser médica para
inventar la vacuna contra el mal de amores, me acordé del cuento de Edgar Allan
Poe, del personaje de Jack Nicholson en Alguien Tiene que Ceder, que se
presumía infartado cuando en realidad se estaba enamorando, de Bonnie Tyler, de
Maná, de Alejandro Sanz, de Gilda, de Mel Gibson. De todos los corazones
habidos y por haber, pensando que algo podía malir sal con el mío y amenazar la
seguidilla de futuros locos que siempre me imagino que tendré. "Tu corazón
está bien Victoria, es grande, pero es bueno" me dijo matasanos mientras
se acomodaba los lentes y miraba con atención un electro y una eco.
Estamos listos para
más aventuras. Puedo contar hasta el infinito otra vez.
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