"La chota. No va a
haber poder humano que me levante a las seis de la mañana, menos si me estoy
acostando a las cuatro", me dije a mí misma en cuanto vi cómo estaban
configuradas las alarmas para el día siguiente. Solía levantarme temprano los
domingos cuando trabajaba como esclava, hoy no era el caso. Sin embargo, a las
ocho ya estaba arriba, me moría de calor, literalmente sentía que perdía agua a
borbotones... y en medio de ese estado de semiconsciencia se me apareció él (no
NK), sino lo que Cortázar definía como "el él de ella", aunque este
pendejo ni siquiera era mío. No podés querer a nadie por porciones, tampoco
podés exigir lo que no podés o no sabés dar, ni forzar un escarpín para que
entre en un pie de adulto. Lo que más me preocupaba era el tema de la voz,
grité a canto pelado, o canté a grito pelado, depende de cómo suene mejor y el
lunes tengo que estar frente a una clase diciendo qué es un líder... Se me
viene a la cabeza lo de "nananananananana, líder, líder" con la
musiquita de Batman. Ni siquiera puedo cantar, me siento paupérrima. Y de la
nada suena Arjona en la radio. Dale Vicky, cartón lleno por hoy. Y eso que el
día recién empieza.
No, no tengo resaca, al
menos no de la física. Ni siquiera me duelen los pies. No fue de esas noches
para salir con los tacos en la mano, ni siquiera había llevado tacos, la vida
en zapatillas siempre fue más fácil. Como esa vez que me disfracé de hombre
para una fiesta, pude bailar toda la noche sin problemas. Anoche fue lo mismo
con los pogos y me encanta saltar hasta donde me den las piernas. Si hay años,
que no se noten, o que se noten en las cosas buenas, no en los potenciales
achaques que por el hecho de ya no tener 20 se te puedan manifestar.
No por mucho madrugar se
amanece más temprano.
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