sábado, 5 de noviembre de 2016

Desde Adentro

No iba a escribir nada, no porque no sintiera nada, sino porque pensaba que ya estaba todo dicho, pero, ¿qué hay más lindo que poder contarle al mundo sobre esas cosas que te pasan tanto y tan fuerte que prácticamente te atraviesan?
Muchas otras veces había escrito sobre la Franja, lo que significaba para mí, lo que veía desde afuera, lo que creía que era, lo que pensé que podía sentir o no y muchas otras historias mínimas. Sin embargo, estar en el fondo y desde adentro es lo máximo.
Hoy, después de tres días intensos en todo sentido, nada ni nadie me borra la sonrisa de la cara. Por los dos mil y pico de alumnos que depositaron su confianza en nosotros y en lo que hacemos todos los días; porque ese mismo compromiso con lo que decimos y lo que hacemos es el que nos mantiene donde estamos, conduciendo el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas desde hace 23 años; porque la gente que te conoce, que vio que en estos días estuviste a sol y a sombra enclaustrada en la facultad no hace más que felicitarte y alegrarse por tu felicidad.
Me duelen los pies, mucho, muchísimo, como si hubiera estado en un pogo eterno. Casi no tengo voz, porque en tres días paré a tanta gente para contarle qué estábamos haciendo, qué hicimos y qué pensamos/sentimos al hacer y canté tanto una vez finalizado el escrutinio, que hasta reírme o tragar son actos que cuestan un montón. Dormí todo el día, como condenada, como si no hubiera mañana, porque no hay mayor tranquilidad que la que tengo en este momento, sabiendo que una vez más hicimos hasta lo imposible y como siempre y como nunca, vamos por más.
Éramos, somos una banda, una fiebre que se extendía por todos los pasillos y todos los rincones de la facultad: la puerta de 48, la de 47, todas las escaleras, el bicicletero, el subsuelo, la veda. Giraras donde giraras, la facultad destilaba morado. Éramos alrededor de 60 militantes distribuidos por donde se te ocurriera y sin embargo, nada de lo que hicimos lo podríamos haber hecho solos, sin el apoyo fundamental de mucha, muchísima gente que a lo largo de este proceso nos acompañó incondicionalmente como los becados, los ex militantes, los graduados, las madres, los padres, los hermanos, primos, tíos, sobrinos, novios, piques, los correligionarios de toda la ciudad y más allá y los alumnos y amigos que siempre supieron que no sólo estábamos soñando con una facultad todos los días un poquito mejor, sino que también la estábamos haciendo. Me falta gente y seguro se me escapa, se me sale por los poros o es parte de otras historias mínimas, pero todos estuvieron ahí y por y gracias a ellos vamos a seguir estando, garantizando la educación pública, gratuita y de excelencia, hasta el infinito y más allá. Hoy y siempre Franja Morada.


PD: un gracias total, para la banda del bicicletero (Anto, Juan, Enzo, Guada, Fefo, Lu, Juanma y Agus, que desde el fondo y hacia arriba, la rompió.


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