jueves, 29 de diciembre de 2016

La no-certeza

Le escribí una madrugada cuando vi que había cambiado su estado de Whatsapp. Decía "Bebu te re amo" y soy tan inocente, incrédula, in... que pensé que era un perro, un gato o cualquier otra mascota. Sara es bichera, lo fue toda la vida, no tenía que sorprenderme que manifestara ese amor por un animalito. En tono de broma le puse "¿Quién o qué será Bebu? jajajaja"
La respuesta me llegó casi un día después: "es mi marido x, ahi algún problema?", ni siquiera un hola, ni siquiera un "cómo estás amiga?", sólo esa oración en seco, como si me la escupiera en la cara. Me quedé helada. Mi amiga, que al igual que yo ostenta un título universitario, nunca, jamás de los jamases confundiría "hay" con "ahí". Algo pasaba. Respondí, le aclaré que era una broma, que no se molestara, que pensé que era un perro, un gato o algo así y le pregunté cómo estaba. Cuando terminé de mandar el último mensaje, me di cuenta de que me tenía bloqueada.
Mi cabeza empezó a dar vuelta tras vuelta. Lo primero que hice fue mandarle mensajes a otras redes sociales para verificar si ese número seguía siendo el de ella, luego me puse en contacto con su madre y una hermana, que me aseguraron que mi amiga estaba bien y después intenté llamarla.
La última vez que nos habíamos visto, mientras tomábamos un helado en plaza Italia, me dijo que quería separarse, que su marido la tenía harta, que era un flojo, un vago de mierda y que si bien lo había echado de la casa una incontable cantidad de veces, siempre la terminaba convenciendo de que iba a cambiar y aflojaba. Ella inclusive se resistía a llamarlo marido porque no estaban casados, no quería saber nada con tener hijos con él y le veía una pronta fecha de vencimiento a esa relación. 
Seguí insistiendo en comunicarme con ella, posteé en su muro, volví a los inbox y repregunté a su familia si estaban seguros de que Sara se encontraba bien. Las respuestas, o mejor dicho, las no-respuestas, no habían cambiado.
Cuando se cumplió una semana de ese primer "¿Quién o qué será Bebu?", recibí un mensaje de ella, volví a ver su foto de perfil y su respuesta setting por excelencia "Hola amiga, todo josha", el texto seguía con "Bebu es mi marido x, pasa que le digo así de cariño, vos todo bien?". A los dos segundos, también me respondió mis inbox de Facebook, aunque era innecesario y me comentó que su madre le dijo que había estado preguntando. Efectivamente todos mis intentos por contactarme dieron fruto. 
Por esos días estaba a punto de recibirme y como nos conocemos de toda la carrera, fue una de las primeras personas a las que le avisé. Su contestación no se hizo esperar: "Ke emoción! hay estaré amiga". Cuando me recibí, no vino. Todavía dudo de si la voy a volver a ver, si realmente hablaba con ella y si realmente es/está.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Me recibí

Cuando estaba en segundo año, mi profesora de Antropología me dijo: "Vas a caer no cuando te recibas, sino la primera vez que te presentes y digas 'soy fulana, licenciada/profesora/técnica o lo que sea'". Como lo escribo todo, en ese momento me imaginé en un futuro sentada frente a la compu, terminando un word eterno al que firmaría como primero con mi título y después con mi nombre. Todavía no llegué a eso, pero en cualquier momento puede pasar.
En 2013, cuando estaba en cuarto de la Licenciatura, me anoté también para el Profesorado. Tenía que hacer alrededor de 10 materias y como dos años antes había sido capaz de meter 11, sabía que podía. En medio de todo eso, me pasó la vida, giré para tantos lados como pude y llegué a 2014 diciendo que nunca más pisaba la Facultad de Periodismo. Arranqué Económicas, me encantó, pero metía materias no como máquina sino como carreta y mi vida de adulto, esa que de a poco empezaba a ser cada vez más importante, me exigía dispersarme menos y empezar nuevos caminos. Tenía que sacarme cosas de encima, tenía que empezar a terminar cosas, a dejar de dividirme, dejar de pensar en el pasado y en todo lo que no hice, para empezar a concretar todo y lo mucho que quería hacer conmigo. No había ni hay otro modo que no sea ir para adelante.
Empecé este año, vi mi analítico y para ser profesora me faltaban cinco materias. Meterlas después de un año en el que sólo había hecho dos era ponerme a estudiar el doble de tiempo y hacer el doble de esfuerzo. Cuando lo dije y lo pensé, no recibí otra cosa que muestras de apoyo y no pude hacer otra cosa que avanzar. Y así llegué, pasito a pasito, aprobé 1, 2, 3 materias y cuando me faltaban las últimas dos me morí de miedo, de dudas, de nervios, pero sabía que si no seguía caminando, nunca iba a poder correr.
Cuando después del coloquio más largo de la historia, dijeron "está bien", me quedé dura, hasta que alguien que siempre tuve al lado en todo este cuatrimestre dijo: "un aplauso para la compañera, que se acaba de recibir". Me aplaudieron más que al resto y me puse bordó como siempre.
Primero le avisé a mamá y mis hermanos por nuestro grupo de whatsapp que se llama "May the four be with you", haciendo alusión a la frase de Star Wars (May que force be with you) y al hecho de que somos cuatro y en la vida y para todo, la fuerza viene de la familia. Ellos no estuvieron físicamente, pero siempre estuvieron ahí, siempre están en todas.
  Después se fueron enterando todos mis mundos: mis amigos, mis compañeros de las dos facultades, mis compañeros de militancia, el resto de mi familia, mi jefa, el pibe. Lo que siguió fue un baño eterno en espuma y agua que duró desde la facu hasta el centro ininterrumpidamente, correr al trabajo, comer con más placer que nunca y después de casi ocho horas, dormir de corrido durante casi nueve horas y abrir el vino que había prometido tomar sólo después de rendir la última materia.
Todavía no caigo y no sé cuándo lo haré. Lo único que tengo claro es que terminar cosas te hace libre, empezar nuevas etapas, también. Una vez más, estoy lista. (Y la fuerza está conmigo)

viernes, 2 de diciembre de 2016

Paradero

Sos la segunda, tercera, cuarta, quinta persona que me pregunta por él. Como si implícitamente todos ya tuvieran asumido que sé todo de su vida y él de la mía, que por exceso, defecto, derivación o cualquier otro tipo de fenómeno natural o no, nos van a encontrar juntos. Y no, no sólo que no estamos juntos, sino que no somos juntos, ni estamos. Nada.
Sé que estoy y sé que existo porque en este momento estoy redactando estas líneas, sé donde me encuentro, sé quien soy. Él también está y existe, porque dio señales vida, de que el corazón le late, que el cerebro le carbura y demás. Pero que esté con vida no significa justamente que esté en mi vida. Hay un océano y medio de diferencia.
Lo extraño, sí. A veces lo extraño, otras pienso que fue un espejismo. Otras, como esta en la que no sé su paradero, busco frenéticamente evidencias que me hagan comprobar que fue real. Y sí, lo fue. Fulano, Mengana y Sultano lo conocen. La chica X cursó con él, el chico Y vivió con él un tiempo. Existió, sí, pero en parte yo también me lo armé para mí, a gusto y piacere. Ese defecto que tenía no me parecía tan defecto y esa virtud que apenas asomaba me parecía demoledora. Sin darnos cuenta, con todas las personas hacemos lo mismo. No hay alucinógeno más grande que la subjetividad. Lo extraño, sí. O quizás extraño lo que me gustaba de él y lo que me gustaba de mí, cuando estábamos/éramos y coincidíamos.
Los días pasan. Sos la sexta, séptima, octava persona que me pregunta por él. Como si en alguna parte de la Historia el mundo hubiera sido nuestro. Como si fuéramos indivisibles, como si nunca hubiésemos sido accidentales. Sí, yo sé por dónde empezar a buscarlo, sé qué coordenadas me pueden llevar hacia él, qué número buscar, qué botón presionar... Yo sé qué, pero qué sé yo, no sé cómo. Lo que no sé es si realmente quiero. ¿Por qué me arriesgaría buscar a alguien que tal vez ni siquiera pretenda ser encontrado, ni por mí, ni por vos, ni por nadie? ¿qué motivo tendría para cometer semejante estupidez (para algunos) o acto de valentía (para otros)?
Si es que es cierto que uno sólo aparece cuando y como quiere, no hay que precipitarse, ni rasgarse las vestiduras, ni rezarle a ningún santo, ni prender velas de colores y formas varias, ni forzar lo que se da o no. Solo el tiempo dirá si sos la novena o la décima persona que me pregunta por él o si todos, de una vez por todas, conoceremos su paradero.