El bolichongo y la hora son irrelevantes. Los dos tienen la misma edad. Son estudiantes universitarios, de clase media-media, de la misma provincia, que viven en la misma ciudad
-Yo la verdad que no lo entiendo, ¿vos viste la cantidad de pibes al pedo que militan?, que dicen Cristina esto, Macri tal cosa, que Perón aquello, que Del Caño lo otro. A ver, flaco, tus estudios salen de mis impuestos y vos te ponés a pintar carteles con una remerita. Que vayan a laburar si tan al pedo están, militar no te lleva para ningún lado. Lo que más me revienta, te lo juro, es cuando salen a marchar o cortan una calle y llego tarde a todas partes. ¿Cómo le explico a tu jefa que no me quise demorar, que fueron estos negros de mierda reclamando para no sé qué y al pedo?, las cosas no se solucionan haciendo un piquete o manifestándote en una calle, es más, te pueden matar como le pasó a los pibes del boleto.
- ¿Los de la Noche de los Lápices?
-Sí, esos. Iba a decir la Noche de los Bastones Largos, siempre me las confundo. Gracias. Podrían haberse quedado en sus casas, esperando que volviera la Democracia. Aparte había minas. Con lo machista que es la sociedad y más la sociedad platense, ¿te pensás que pueden llegar a hacer algo más que limpiar el piso del local del partido?, eso era así y debe seguir siendo así, seguro que cuando hay que tomar decisiones importantes, las ponen a servir la comida, o cuidar a los nenes, de eso no pasan, más allá de eso no crecen.
-Con ese criterio, no deberíamos haber tenido mujeres en la presidencia, en la gobernación... ¿la de tu centro de estudiantes?
-Andá a saber a quién le hicieron el favor, ¿me vas a decir que Isabel tenía formación política?, de otra manera... yo no creo, lo dudo mucho. Encima estamos en una época en la que la gente recién te conoce y ya te pregunta a quién votaste.
-¿A quién votaste? (risas)
-Lo voté a Macri porque mi casa en 2013 se inundó, ¿podemos pasar a un tema más interesante?, ¿por qué me ponés esa cara?, ¿dije algo malo?, yo hablé mucho, ¿vos qué opinás de todo esto de la política? te aburre, ¿no?
Demás está decir que no hubo segunda vez.
domingo, 27 de noviembre de 2016
miércoles, 23 de noviembre de 2016
Mi historia con Historia
Historia siempre me pareció la materia más
tediosa del Universo, este, el próximo y el que viene. Nadie me la enseñó tan
bien como el último profesor que tuve en el secundario, que fue el único que me
hizo ver que no era algo muerto e intangible sino que muchas veces, explicaba
por qué estábamos como somos. Cumplía años el 17/10, pero era correligionario,
reformista y había estado detenido durante el Cordobazo. Creo que saberlo me
marcó para el después. En la Facultad de Periodismo, donde las tres Historias
que había eran optativas, decidí no cursar ninguna y me dediqué a meter
Sociología, Filosofía, Psicología, Economía, Derecho, Narrativas y etc. En
Económicas, por el contrario, Historia es obligatoria. Sufrí desde el minuto
cero, estaba negada y todos los sábados a la mañana, antes de ir a cursar me
daba fiebre, pero la hice. No quedaba otra.
El sábado rendí. La tercera pregunta del último
parcial era sobre el Cordobazo, me acordé de mi profesor, de que durante mi
cumpleaños me dijo "naciste dos días después de que ganó el riojano, pero
cuando todavía no gobernaba, el mismo año que se cayó el Muro en Berlín y 20
después del Cordobazo. Una lástima que seas taurina" y volvió a contarme
su experiencia, mientras cortábamos la torta. Escribí casi tres hojas, aprobé y
al menos por este año, terminé de cursar en Económicas.
Hola primeras vacaciones facultativas. Un gusto
verlas.
domingo, 6 de noviembre de 2016
Poder decir... adiós.
Fue rápido y sin anestesia. Como cuando te sacás una curita
de repente, sin ni siquiera mirar el lugar del cuerpo en el que la tenías
puesta. Así fue que me dejó irme. Sin ni siquiera mirarme, sin darme la
posibilidad de reaccionar o poder decir adiós también. No, nada, ninguno,
nunca. Fue.
Y yo no lo
amaba. No sentía que explotaba cuando lo veía. No se me aceleraba el corazón
como si no hubiera mañana, ni era mi único pensamiento en el día o en la noche.
No recordaba nuestras conversaciones como únicas, él no me parecía lindo y
algunas veces, sobre todo cuando escribía de una forma abismalmente diferente a
la mía, me parecía demasiado básico. Pero hablando de política me daba vuelta
como una media, era de esos que de la cuna al cajón se casan con las ideas que
trascienden y superan a los hombres que las elaboran, que tenía los ideales que
le dio nuestro partido como una forma de vida y que podía llegar a matar y a
morir por ellos. Daba gusto ver a alguien que en una época de descreimiento
político tan fuerte, defendía a muerte nuestras banderas. Y sin embargo, nadie
puede ser especial del todo ni perfecto al cien por ciento. Yo no lo era ni lo
soy, él menos.
Me cayó bien de entrada, cosa que me pasa con el 1% de las
personas y siempre que le tuve que hablar, de cualquier tema, me sentía segura,
cómoda. Él no la iba de careta, y la experiencia era su fundamento no algo de
lo que se pavoneara. Eso me encantaba, pero con eso sólo, se comprobó que no
alcanzaba. Si en cosas chiquitas uno reacciona desproporcionadamente mal, se
precipita, no da la posibilidad de una réplica, una explicación o mínimo una
conversación, es que no está preparado para grandes cosas, que no las
afrontará, porque quizá no quiera o quizá no pueda. La que al fin y al cabo le
terminó quedando grande fui yo, que no lo amaba, como ya dije, que no sentía
que fuera el amor de mi vida, mi novio, mi amante ni nada que lleve
"ama" como letras iniciales... y sin embargo, cuando me dejó ir,
algo, además del mundo, se siguió moviendo. Para un "para siempre"
que se convirtió en diez segundos en "hasta nunca", es esta mi
despedida. Poder y saber decir adiós es crecer.
sábado, 5 de noviembre de 2016
Desde Adentro
No iba a escribir nada,
no porque no sintiera nada, sino porque pensaba que ya estaba todo dicho, pero,
¿qué hay más lindo que poder contarle al mundo sobre esas cosas que te pasan
tanto y tan fuerte que prácticamente te atraviesan?
Muchas otras
veces había escrito sobre la Franja, lo que significaba para mí, lo que veía
desde afuera, lo que creía que era, lo que pensé que podía sentir o no y muchas
otras historias mínimas. Sin embargo, estar en el fondo y desde adentro es lo
máximo.
Hoy, después
de tres días intensos en todo sentido, nada ni nadie me borra la sonrisa de la
cara. Por los dos mil y pico de alumnos que depositaron su confianza en
nosotros y en lo que hacemos todos los días; porque ese mismo compromiso con lo
que decimos y lo que hacemos es el que nos mantiene donde estamos, conduciendo
el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas desde hace 23 años; porque la
gente que te conoce, que vio que en estos días estuviste a sol y a sombra
enclaustrada en la facultad no hace más que felicitarte y alegrarse por tu
felicidad.
Me duelen los
pies, mucho, muchísimo, como si hubiera estado en un pogo eterno. Casi no tengo
voz, porque en tres días paré a tanta gente para contarle qué estábamos
haciendo, qué hicimos y qué pensamos/sentimos al hacer y canté tanto una vez
finalizado el escrutinio, que hasta reírme o tragar son actos que cuestan un
montón. Dormí todo el día, como condenada, como si no hubiera mañana, porque no
hay mayor tranquilidad que la que tengo en este momento, sabiendo que una vez
más hicimos hasta lo imposible y como siempre y como nunca, vamos por más.
Éramos, somos
una banda, una fiebre que se extendía por todos los pasillos y todos los
rincones de la facultad: la puerta de 48, la de 47, todas las escaleras, el
bicicletero, el subsuelo, la veda. Giraras donde giraras, la facultad destilaba
morado. Éramos alrededor de 60 militantes distribuidos por donde se te
ocurriera y sin embargo, nada de lo que hicimos lo podríamos haber hecho solos,
sin el apoyo fundamental de mucha, muchísima gente que a lo largo de este
proceso nos acompañó incondicionalmente como los becados, los ex militantes,
los graduados, las madres, los padres, los hermanos, primos, tíos, sobrinos,
novios, piques, los correligionarios de toda la ciudad y más allá y los alumnos
y amigos que siempre supieron que no sólo estábamos soñando con una facultad
todos los días un poquito mejor, sino que también la estábamos haciendo. Me
falta gente y seguro se me escapa, se me sale por los poros o es parte de otras
historias mínimas, pero todos estuvieron ahí y por y gracias a ellos vamos a
seguir estando, garantizando la educación pública, gratuita y de excelencia,
hasta el infinito y más allá. Hoy y siempre Franja Morada.
PD: un gracias
total, para la banda del bicicletero (Anto, Juan, Enzo, Guada, Fefo, Lu, Juanma
y Agus, que desde el fondo y hacia arriba, la rompió.
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