Pasa. Te juro que pasa, hermana. Ahora creés que no. Y te
rompe las pelotas, el corazón, la cabeza… creés que nunca más vas a poder
rearmarte, que un pedazo anda con vos, el otro con él y un montón esparcidos
entre ustedes, en todos los recuerdos que te quedan de vos con él, pero te
equivocás. Pasa, yo te juro que pasa, porque también lo pasé.
Creés que ningún nombre te va a llenar tanto los días como
el suyo, que nadie más te va a marcar las horas así, que el corazón no te va a
dar un vuelco cada vez que lo sientas cerca y que quizá no vuelvas a sentir, ni
sentirte como antes. Pero no, no lo creas, no lo sientas. Te aseguro que es
momentáneo. Te juro que es verdad lo que te estoy diciendo.
Pensás que nunca más vas a leer un nombre semidormida, que
no vas a tener por quién sonreír cuando veas tu pantalla titilando, que nadie
más va a llenar ese primer cuadrito del chat, que ese tono nunca va a volver a
sonar, que ya no vas a tener nadie guardado con ese apodo, ni con ese nombre ni
con ese sustantivo abstracto. Pero te equivocás, estás metiendo la pata hasta
el fondo. Ahora no lo ves, pero después sí.
Sentís que se te estruja el corazón, que no vas a poder con
vos, que el amor no está en tu destino y que quizá es tu merecido. Sentís el
cuerpo pesado, cansado y abatido, como si hoy fuera una transición y no hubiera
mañana. Te duele, te mata el vacío igual que esas lágrimas que compiten con el
mar o todas esas palabras con las que lentamente te estás ahogando. Lo sentís y
te duele, te duele horrores, pero te juro que pasa, que pasa y se pasa.
Un muy buen día, casi sin quererlo, casi sin pensarlo y casi
sin medirlo, una luz vuelve a titilar. Te rearmaste, estás entera, estás lista.
Dejó de dolerte, aunque no lo olvides. Vos podés tocar el cielo con las manos y
lo sabés.
Alguien más apareció. Y al “hola” le sigue un “¿cómo estás?”,
un chiste y un “¿cuándo nos vemos?”. De a poquito tus redes se empiezan a
llenar y te reís de la nada. Querés que de ahora en más el camino sea a su
lado, como tus despertares, como esa vida que pasito a pasito van construyendo
juntos. Para él sos importante, tanto que se desvive por verte bien, por
hacerte reír como pocos, porque te brillen los ojos con solo mirarle.
Sí, volviste a sonreír. Te lo merecés, te merecés todo lo
que te estás pasando ahora. Sos fuerte y movés mares y montañas con solo
existir. ¿Viste que tenía razón? Ibas a superarlo. Ya pasó.
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