jueves, 29 de diciembre de 2016

La no-certeza

Le escribí una madrugada cuando vi que había cambiado su estado de Whatsapp. Decía "Bebu te re amo" y soy tan inocente, incrédula, in... que pensé que era un perro, un gato o cualquier otra mascota. Sara es bichera, lo fue toda la vida, no tenía que sorprenderme que manifestara ese amor por un animalito. En tono de broma le puse "¿Quién o qué será Bebu? jajajaja"
La respuesta me llegó casi un día después: "es mi marido x, ahi algún problema?", ni siquiera un hola, ni siquiera un "cómo estás amiga?", sólo esa oración en seco, como si me la escupiera en la cara. Me quedé helada. Mi amiga, que al igual que yo ostenta un título universitario, nunca, jamás de los jamases confundiría "hay" con "ahí". Algo pasaba. Respondí, le aclaré que era una broma, que no se molestara, que pensé que era un perro, un gato o algo así y le pregunté cómo estaba. Cuando terminé de mandar el último mensaje, me di cuenta de que me tenía bloqueada.
Mi cabeza empezó a dar vuelta tras vuelta. Lo primero que hice fue mandarle mensajes a otras redes sociales para verificar si ese número seguía siendo el de ella, luego me puse en contacto con su madre y una hermana, que me aseguraron que mi amiga estaba bien y después intenté llamarla.
La última vez que nos habíamos visto, mientras tomábamos un helado en plaza Italia, me dijo que quería separarse, que su marido la tenía harta, que era un flojo, un vago de mierda y que si bien lo había echado de la casa una incontable cantidad de veces, siempre la terminaba convenciendo de que iba a cambiar y aflojaba. Ella inclusive se resistía a llamarlo marido porque no estaban casados, no quería saber nada con tener hijos con él y le veía una pronta fecha de vencimiento a esa relación. 
Seguí insistiendo en comunicarme con ella, posteé en su muro, volví a los inbox y repregunté a su familia si estaban seguros de que Sara se encontraba bien. Las respuestas, o mejor dicho, las no-respuestas, no habían cambiado.
Cuando se cumplió una semana de ese primer "¿Quién o qué será Bebu?", recibí un mensaje de ella, volví a ver su foto de perfil y su respuesta setting por excelencia "Hola amiga, todo josha", el texto seguía con "Bebu es mi marido x, pasa que le digo así de cariño, vos todo bien?". A los dos segundos, también me respondió mis inbox de Facebook, aunque era innecesario y me comentó que su madre le dijo que había estado preguntando. Efectivamente todos mis intentos por contactarme dieron fruto. 
Por esos días estaba a punto de recibirme y como nos conocemos de toda la carrera, fue una de las primeras personas a las que le avisé. Su contestación no se hizo esperar: "Ke emoción! hay estaré amiga". Cuando me recibí, no vino. Todavía dudo de si la voy a volver a ver, si realmente hablaba con ella y si realmente es/está.

domingo, 18 de diciembre de 2016

Me recibí

Cuando estaba en segundo año, mi profesora de Antropología me dijo: "Vas a caer no cuando te recibas, sino la primera vez que te presentes y digas 'soy fulana, licenciada/profesora/técnica o lo que sea'". Como lo escribo todo, en ese momento me imaginé en un futuro sentada frente a la compu, terminando un word eterno al que firmaría como primero con mi título y después con mi nombre. Todavía no llegué a eso, pero en cualquier momento puede pasar.
En 2013, cuando estaba en cuarto de la Licenciatura, me anoté también para el Profesorado. Tenía que hacer alrededor de 10 materias y como dos años antes había sido capaz de meter 11, sabía que podía. En medio de todo eso, me pasó la vida, giré para tantos lados como pude y llegué a 2014 diciendo que nunca más pisaba la Facultad de Periodismo. Arranqué Económicas, me encantó, pero metía materias no como máquina sino como carreta y mi vida de adulto, esa que de a poco empezaba a ser cada vez más importante, me exigía dispersarme menos y empezar nuevos caminos. Tenía que sacarme cosas de encima, tenía que empezar a terminar cosas, a dejar de dividirme, dejar de pensar en el pasado y en todo lo que no hice, para empezar a concretar todo y lo mucho que quería hacer conmigo. No había ni hay otro modo que no sea ir para adelante.
Empecé este año, vi mi analítico y para ser profesora me faltaban cinco materias. Meterlas después de un año en el que sólo había hecho dos era ponerme a estudiar el doble de tiempo y hacer el doble de esfuerzo. Cuando lo dije y lo pensé, no recibí otra cosa que muestras de apoyo y no pude hacer otra cosa que avanzar. Y así llegué, pasito a pasito, aprobé 1, 2, 3 materias y cuando me faltaban las últimas dos me morí de miedo, de dudas, de nervios, pero sabía que si no seguía caminando, nunca iba a poder correr.
Cuando después del coloquio más largo de la historia, dijeron "está bien", me quedé dura, hasta que alguien que siempre tuve al lado en todo este cuatrimestre dijo: "un aplauso para la compañera, que se acaba de recibir". Me aplaudieron más que al resto y me puse bordó como siempre.
Primero le avisé a mamá y mis hermanos por nuestro grupo de whatsapp que se llama "May the four be with you", haciendo alusión a la frase de Star Wars (May que force be with you) y al hecho de que somos cuatro y en la vida y para todo, la fuerza viene de la familia. Ellos no estuvieron físicamente, pero siempre estuvieron ahí, siempre están en todas.
  Después se fueron enterando todos mis mundos: mis amigos, mis compañeros de las dos facultades, mis compañeros de militancia, el resto de mi familia, mi jefa, el pibe. Lo que siguió fue un baño eterno en espuma y agua que duró desde la facu hasta el centro ininterrumpidamente, correr al trabajo, comer con más placer que nunca y después de casi ocho horas, dormir de corrido durante casi nueve horas y abrir el vino que había prometido tomar sólo después de rendir la última materia.
Todavía no caigo y no sé cuándo lo haré. Lo único que tengo claro es que terminar cosas te hace libre, empezar nuevas etapas, también. Una vez más, estoy lista. (Y la fuerza está conmigo)

viernes, 2 de diciembre de 2016

Paradero

Sos la segunda, tercera, cuarta, quinta persona que me pregunta por él. Como si implícitamente todos ya tuvieran asumido que sé todo de su vida y él de la mía, que por exceso, defecto, derivación o cualquier otro tipo de fenómeno natural o no, nos van a encontrar juntos. Y no, no sólo que no estamos juntos, sino que no somos juntos, ni estamos. Nada.
Sé que estoy y sé que existo porque en este momento estoy redactando estas líneas, sé donde me encuentro, sé quien soy. Él también está y existe, porque dio señales vida, de que el corazón le late, que el cerebro le carbura y demás. Pero que esté con vida no significa justamente que esté en mi vida. Hay un océano y medio de diferencia.
Lo extraño, sí. A veces lo extraño, otras pienso que fue un espejismo. Otras, como esta en la que no sé su paradero, busco frenéticamente evidencias que me hagan comprobar que fue real. Y sí, lo fue. Fulano, Mengana y Sultano lo conocen. La chica X cursó con él, el chico Y vivió con él un tiempo. Existió, sí, pero en parte yo también me lo armé para mí, a gusto y piacere. Ese defecto que tenía no me parecía tan defecto y esa virtud que apenas asomaba me parecía demoledora. Sin darnos cuenta, con todas las personas hacemos lo mismo. No hay alucinógeno más grande que la subjetividad. Lo extraño, sí. O quizás extraño lo que me gustaba de él y lo que me gustaba de mí, cuando estábamos/éramos y coincidíamos.
Los días pasan. Sos la sexta, séptima, octava persona que me pregunta por él. Como si en alguna parte de la Historia el mundo hubiera sido nuestro. Como si fuéramos indivisibles, como si nunca hubiésemos sido accidentales. Sí, yo sé por dónde empezar a buscarlo, sé qué coordenadas me pueden llevar hacia él, qué número buscar, qué botón presionar... Yo sé qué, pero qué sé yo, no sé cómo. Lo que no sé es si realmente quiero. ¿Por qué me arriesgaría buscar a alguien que tal vez ni siquiera pretenda ser encontrado, ni por mí, ni por vos, ni por nadie? ¿qué motivo tendría para cometer semejante estupidez (para algunos) o acto de valentía (para otros)?
Si es que es cierto que uno sólo aparece cuando y como quiere, no hay que precipitarse, ni rasgarse las vestiduras, ni rezarle a ningún santo, ni prender velas de colores y formas varias, ni forzar lo que se da o no. Solo el tiempo dirá si sos la novena o la décima persona que me pregunta por él o si todos, de una vez por todas, conoceremos su paradero.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Debut Y Despedida

El bolichongo y la hora son irrelevantes. Los dos tienen la misma edad. Son estudiantes universitarios, de clase media-media, de la misma provincia, que viven en la misma ciudad

-Yo la verdad que no lo entiendo, ¿vos viste la cantidad de pibes al pedo que militan?, que dicen Cristina esto, Macri tal cosa, que Perón aquello, que Del Caño lo otro. A ver, flaco, tus estudios salen de mis impuestos y vos te ponés a pintar carteles con una remerita. Que vayan a laburar si tan al pedo están, militar no te lleva para ningún lado. Lo que más me revienta, te lo juro, es cuando salen a marchar o cortan una calle y llego tarde a todas partes. ¿Cómo le explico a tu jefa que no me quise demorar, que fueron estos negros de mierda reclamando para no sé qué y al pedo?, las cosas no se solucionan haciendo un piquete o manifestándote en una calle, es más, te pueden matar como le pasó a los pibes del boleto.

- ¿Los de la Noche de los Lápices?

-Sí, esos. Iba a decir la Noche de los Bastones Largos, siempre me las confundo. Gracias. Podrían haberse quedado en sus casas, esperando que volviera la Democracia. Aparte había minas. Con lo machista que es la sociedad y más la sociedad platense, ¿te pensás que pueden llegar a hacer algo más que limpiar el piso del local del partido?, eso era así y debe seguir siendo así, seguro que cuando hay que tomar decisiones importantes, las ponen a servir la comida, o cuidar a los nenes, de eso no pasan, más allá de eso no crecen.

-Con ese criterio, no deberíamos haber tenido mujeres en la presidencia, en la gobernación... ¿la de tu centro de estudiantes?

-Andá a saber a quién le hicieron el favor, ¿me vas a decir que Isabel tenía formación política?, de otra manera... yo no creo, lo dudo mucho. Encima estamos en una época en la que la gente recién te conoce y ya te pregunta a quién votaste.

-¿A quién votaste? (risas)

-Lo voté a Macri porque mi casa en 2013 se inundó, ¿podemos pasar a un tema más interesante?, ¿por qué me ponés esa cara?, ¿dije algo malo?, yo hablé mucho, ¿vos qué opinás de todo esto de la política? te aburre, ¿no?

Demás está decir que no hubo segunda vez.

miércoles, 23 de noviembre de 2016

Mi historia con Historia

Historia siempre me pareció la materia más tediosa del Universo, este, el próximo y el que viene. Nadie me la enseñó tan bien como el último profesor que tuve en el secundario, que fue el único que me hizo ver que no era algo muerto e intangible sino que muchas veces, explicaba por qué estábamos como somos. Cumplía años el 17/10, pero era correligionario, reformista y había estado detenido durante el Cordobazo. Creo que saberlo me marcó para el después. En la Facultad de Periodismo, donde las tres Historias que había eran optativas, decidí no cursar ninguna y me dediqué a meter Sociología, Filosofía, Psicología, Economía, Derecho, Narrativas y etc. En Económicas, por el contrario, Historia es obligatoria. Sufrí desde el minuto cero, estaba negada y todos los sábados a la mañana, antes de ir a cursar me daba fiebre, pero la hice. No quedaba otra.

El sábado rendí. La tercera pregunta del último parcial era sobre el Cordobazo, me acordé de mi profesor, de que durante mi cumpleaños me dijo "naciste dos días después de que ganó el riojano, pero cuando todavía no gobernaba, el mismo año que se cayó el Muro en Berlín y 20 después del Cordobazo. Una lástima que seas taurina" y volvió a contarme su experiencia, mientras cortábamos la torta. Escribí casi tres hojas, aprobé y al menos por este año, terminé de cursar en Económicas.


Hola primeras vacaciones facultativas. Un gusto verlas. 

domingo, 6 de noviembre de 2016

Poder decir... adiós.

 Fue rápido y sin anestesia. Como cuando te sacás una curita de repente, sin ni siquiera mirar el lugar del cuerpo en el que la tenías puesta. Así fue que me dejó irme. Sin ni siquiera mirarme, sin darme la posibilidad de reaccionar o poder decir adiós también. No, nada, ninguno, nunca. Fue.

Y yo no lo amaba. No sentía que explotaba cuando lo veía. No se me aceleraba el corazón como si no hubiera mañana, ni era mi único pensamiento en el día o en la noche. No recordaba nuestras conversaciones como únicas, él no me parecía lindo y algunas veces, sobre todo cuando escribía de una forma abismalmente diferente a la mía, me parecía demasiado básico. Pero hablando de política me daba vuelta como una media, era de esos que de la cuna al cajón se casan con las ideas que trascienden y superan a los hombres que las elaboran, que tenía los ideales que le dio nuestro partido como una forma de vida y que podía llegar a matar y a morir por ellos. Daba gusto ver a alguien que en una época de descreimiento político tan fuerte, defendía a muerte nuestras banderas. Y sin embargo, nadie puede ser especial del todo ni perfecto al cien por ciento. Yo no lo era ni lo soy, él menos. 
Me cayó bien de entrada, cosa que me pasa con el 1% de las personas y siempre que le tuve que hablar, de cualquier tema, me sentía segura, cómoda. Él no la iba de careta, y la experiencia era su fundamento no algo de lo que se pavoneara. Eso me encantaba, pero con eso sólo, se comprobó que no alcanzaba. Si en cosas chiquitas uno reacciona desproporcionadamente mal, se precipita, no da la posibilidad de una réplica, una explicación o mínimo una conversación, es que no está preparado para grandes cosas, que no las afrontará, porque quizá no quiera o quizá no pueda. La que al fin y al cabo le terminó quedando grande fui yo, que no lo amaba, como ya dije, que no sentía que fuera el amor de mi vida, mi novio, mi amante ni nada que lleve "ama" como letras iniciales... y sin embargo, cuando me dejó ir, algo, además del mundo, se siguió moviendo. Para un "para siempre" que se convirtió en diez segundos en "hasta nunca", es esta mi despedida. Poder y saber decir adiós es crecer.

sábado, 5 de noviembre de 2016

Desde Adentro

No iba a escribir nada, no porque no sintiera nada, sino porque pensaba que ya estaba todo dicho, pero, ¿qué hay más lindo que poder contarle al mundo sobre esas cosas que te pasan tanto y tan fuerte que prácticamente te atraviesan?
Muchas otras veces había escrito sobre la Franja, lo que significaba para mí, lo que veía desde afuera, lo que creía que era, lo que pensé que podía sentir o no y muchas otras historias mínimas. Sin embargo, estar en el fondo y desde adentro es lo máximo.
Hoy, después de tres días intensos en todo sentido, nada ni nadie me borra la sonrisa de la cara. Por los dos mil y pico de alumnos que depositaron su confianza en nosotros y en lo que hacemos todos los días; porque ese mismo compromiso con lo que decimos y lo que hacemos es el que nos mantiene donde estamos, conduciendo el Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas desde hace 23 años; porque la gente que te conoce, que vio que en estos días estuviste a sol y a sombra enclaustrada en la facultad no hace más que felicitarte y alegrarse por tu felicidad.
Me duelen los pies, mucho, muchísimo, como si hubiera estado en un pogo eterno. Casi no tengo voz, porque en tres días paré a tanta gente para contarle qué estábamos haciendo, qué hicimos y qué pensamos/sentimos al hacer y canté tanto una vez finalizado el escrutinio, que hasta reírme o tragar son actos que cuestan un montón. Dormí todo el día, como condenada, como si no hubiera mañana, porque no hay mayor tranquilidad que la que tengo en este momento, sabiendo que una vez más hicimos hasta lo imposible y como siempre y como nunca, vamos por más.
Éramos, somos una banda, una fiebre que se extendía por todos los pasillos y todos los rincones de la facultad: la puerta de 48, la de 47, todas las escaleras, el bicicletero, el subsuelo, la veda. Giraras donde giraras, la facultad destilaba morado. Éramos alrededor de 60 militantes distribuidos por donde se te ocurriera y sin embargo, nada de lo que hicimos lo podríamos haber hecho solos, sin el apoyo fundamental de mucha, muchísima gente que a lo largo de este proceso nos acompañó incondicionalmente como los becados, los ex militantes, los graduados, las madres, los padres, los hermanos, primos, tíos, sobrinos, novios, piques, los correligionarios de toda la ciudad y más allá y los alumnos y amigos que siempre supieron que no sólo estábamos soñando con una facultad todos los días un poquito mejor, sino que también la estábamos haciendo. Me falta gente y seguro se me escapa, se me sale por los poros o es parte de otras historias mínimas, pero todos estuvieron ahí y por y gracias a ellos vamos a seguir estando, garantizando la educación pública, gratuita y de excelencia, hasta el infinito y más allá. Hoy y siempre Franja Morada.


PD: un gracias total, para la banda del bicicletero (Anto, Juan, Enzo, Guada, Fefo, Lu, Juanma y Agus, que desde el fondo y hacia arriba, la rompió.


domingo, 30 de octubre de 2016

Despierta

"La chota. No va a haber poder humano que me levante a las seis de la mañana, menos si me estoy acostando a las cuatro", me dije a mí misma en cuanto vi cómo estaban configuradas las alarmas para el día siguiente. Solía levantarme temprano los domingos cuando trabajaba como esclava, hoy no era el caso. Sin embargo, a las ocho ya estaba arriba, me moría de calor, literalmente sentía que perdía agua a borbotones... y en medio de ese estado de semiconsciencia se me apareció él (no NK), sino lo que Cortázar definía como "el él de ella", aunque este pendejo ni siquiera era mío. No podés querer a nadie por porciones, tampoco podés exigir lo que no podés o no sabés dar, ni forzar un escarpín para que entre en un pie de adulto. Lo que más me preocupaba era el tema de la voz, grité a canto pelado, o canté a grito pelado, depende de cómo suene mejor y el lunes tengo que estar frente a una clase diciendo qué es un líder... Se me viene a la cabeza lo de "nananananananana, líder, líder" con la musiquita de Batman. Ni siquiera puedo cantar, me siento paupérrima. Y de la nada suena Arjona en la radio. Dale Vicky, cartón lleno por hoy. Y eso que el día recién empieza. 
No, no tengo resaca, al menos no de la física. Ni siquiera me duelen los pies. No fue de esas noches para salir con los tacos en la mano, ni siquiera había llevado tacos, la vida en zapatillas siempre fue más fácil. Como esa vez que me disfracé de hombre para una fiesta, pude bailar toda la noche sin problemas. Anoche fue lo mismo con los pogos y me encanta saltar hasta donde me den las piernas. Si hay años, que no se noten, o que se noten en las cosas buenas, no en los potenciales achaques que por el hecho de ya no tener 20 se te puedan manifestar.

No por mucho madrugar se amanece más temprano. 

jueves, 27 de octubre de 2016

Hoy mi corazón se vuelve delator


Cuando tenía 17 años, un mal diagnóstico médico amenazó con desbancar todos esos planes de independencia que venían con el fin del secundario. Todavía leo las letras verdes que decían "no apto para estudio". Sí, según ese papelito que decía que tenía un corazón gigante (vaya ironía), yo que me moría por entrar a la Universidad, no iba a poder hacerlo. Batería de estudios después, me dijeron "tu corazón está bien, vas a poder hacer lo que se te cante". Y lo hice. Corrí bajo la lluvia durante los veranos, nadé durante horas en la playa, escalé montañas hasta ponerme violeta, amé y me correspondieron, me ruboricé al ver a alguien que me gustaba, amé y me hicieron mierda, lloré como condenada, me reí todo lo que pude, salté en todos los pogos, grité de la emoción miles de veces, estudio/é una, dos, tres carreras y canté hasta quedarme sin voz, entre otras cosas. Usé mi corazón a más no poder (aunque sé que todavía puedo más) y no lo gasté, lo invertí. 
Hace una semana, un aparatejo de esos que miden la presión, tras una larga jornada, marcó un imperfecto 16, que estaba abismalmente lejos de mi normal 11. En el barrio había pasado toda la tarde explicándole a una nena cómo funcionaba el corazón y había vuelto a casa cantando "Under Pressure" de Queen. Estaba estresadísima, hasta las manos, en el horno y otras cosas más y cada ratito libre que tenía lo usaba para dormir. Por algún lado iba a reventar. Cama va, cama viene, pastillita va, pastillita viene, pensé en Galeano cuando decía "y nada tenía de malo y nada tenía de raro que se me hubiera roto el corazón de tanto usarlo", también en cuando yo decía que quería ser médica para inventar la vacuna contra el mal de amores, me acordé del cuento de Edgar Allan Poe,  del personaje de Jack Nicholson en Alguien Tiene que Ceder, que se presumía infartado cuando en realidad se estaba enamorando, de Bonnie Tyler, de Maná, de Alejandro Sanz, de Gilda, de Mel Gibson. De todos los corazones habidos y por haber, pensando que algo podía malir sal con el mío y amenazar la seguidilla de futuros locos que siempre me imagino que tendré. "Tu corazón está bien Victoria, es grande, pero es bueno" me dijo matasanos mientras se acomodaba los lentes y miraba con atención un electro y una eco.

 Estamos listos para más aventuras. Puedo contar hasta el infinito otra vez. 

martes, 11 de octubre de 2016

Me llamo, me llaman

Me llamo Victoria, es mi segundo nombre. Como la reina de nosédónde que nació en 1819 y mi tía abuela que era la reina de San Agustín y nació en 1919. Yo nací también en un año terminado en 9.
Hablo cinco idiomas, entiendo otros dos. Usualmente leo en tres. Puedo armar y desarmar el cubo de Rubik. Escribo con las dos manos. Cuando manejo la luz pulsada en el consultorio de mi jefa, me siento como si estuviera en alguna película pochoclera de ciencia ficción. Alguna vez tuve que cargar cajones de cerveza, dormir del lado horizontal de la cama, treparme por un balcón o esconderme en un armario.
Tuve un abuelo carpintero que me legó juguetes de madera, una colección de monedas y muchos libros. Su primera esposa me dio la tía que me enseñó a tejer, a hacer merengue y rezar. La segunda, una modista, me dio a súper-madre, el tío que siempre hacía lo imposible para darme todos los gustos y las tías abuelas por las que doy el mundo.
Súper-madre es abogada, eminentemente práctica, con ese carácter marítimo que se lleva todo puesto y que nunca se deja ver en calma. Se decía apolítica, hasta que no tuvo más remedio que confesarse radical.
Tuve otro abuelo que se graduó de la Universidad con honores, que hablaba griego y latín, que se estudia en una Licenciatura en Francés y alguna vez fue a lo de Mirtha Legrand con su escuela de teatro. Me dejó libros, para variar. Desde Shakespeare hasta Goethe. No hablaba inglés y tuvo que ir a particular, la "maestra", por cosas de la vida, era mi abuela. La que me enseñó a hacer tortas fritas y me daba vino rebajado a escondidas. Me dieron un padre más profesor que abogado, más actor que profesor y más teórico que práctico. Tan contradictorio que decía ser peronista de izquierda. Tengo otros cuatro tíos que no saben quién soy.
Viví en tres ciudades, una me tocó coyunturalmente, la otra me la metieron de prepo y la otra la elegí. Mar del Plata es mi lugar en el mundo. Uno es de donde dejó enterrado el ombligo, nací ahí, soy de ahí. Meto los pies en la arena, en el agua, entre la espuma y siento que no me falta más nada, que puedo con todo, que tengo el mundo. Me crié en Mendoza, pero no soy mendocina, estaba pero no era, quizá la cordillera siempre nos separe. Esa misma distancia es la que nos separa en carácter y en afecto. En La Plata me hice, me configuré, fui yo conmigo, toda entera. Me sigo siendo acá.
Hice el intento de estudiar medicina, sólo para encontrar la vacuna contra el mal de amores. En el medio me enamoré, quedé rota y me fui, de la carrera, de la facultad y de la provincia. Gracias a esa carrera sé que en otra vida hubiera sido una química brillante. Biología no me gustaba y la Física es una cuestión de fe. Quise estudiar Letras y también Inglés, Ingeniería Genética y Psicología Forense, pero terminé haciendo Comunicación Social, una licenciatura, después un profesorado. Ahora voy a los ponchazos con Administración, que también me gusta, porque la política-que me encanta- y la gestión, van de la mano siempre.
Me pregunto, ¿qué se le pasaría por la cabeza a un potencial empleador, novio, amigo, conocido, usuario de blog o pariente si leyera todo esto?, ¿me jugaría a favor o en contra?, ¿o simplemente diría lo usual "estás re loca, Victoria"?



viernes, 23 de septiembre de 2016

Wake Me Up When October Begins

Había escrito "Dejémoslo todo y vamos" unas tres o cuatro veces, casi como si fuera una premonición o la certeza a punto caramelo de que nada, o mejor dicho no-todo, dura para siempre.
Di vueltas alrededor, pero también en mi cabeza, como si buscara que por arte de magia o mero logro del destino ciertos laberintos mentales se me fueran abriendo, hasta poder buscarle los porqués a las cosas que siento pero no sé cómo terminar de procesar.
Era cuestión de tiempo, mejor dicho, de tiempos, porque aparte del tiempo que se mide cuantitativamente también está el emocional, ¿cómo medir el tiempo en el que necesitamos decir "basta"?, ¿cuándo es el momento adecuado para un "no va más"?, ¿cuánto dura el instante en el que te das cuenta de que algo/alguien te encanta y lo elegís para siempre?, ¿cuál es la unidad de medida de un momento de placer?, ¿cuánto puede (no debe) durar el dolor/amor?
Después de muchas vueltas, de páginas enteras que sólo yo conozco y que escribo también, para conocerme un poco más. Fue ahí que descubrí la diferencia entre amor propio, orgullo y vanidad, que parafraseando a Lovecraft por quincuagésima vez, uno no debería tratar de invocar lo que no puede controlar y que como seres humanos somos tan limitados que da entre miedo y bronca. Tenemos un espectro de emociones y de racionalizaciones tan pero tan cerrado, tan cortoplacista, hedonista, leydelmenoresfuercista y otros -ista contextuales, que cercenamos lo que somos en pos de lo que podríamos ser que cuánticamente es tan imposible como infinito, porque las posibilidades, esas que están por afuera de los "-ista", sí que son ilimitadas.
Yo me había despertado como cualquier otro día, pero distinta, como si viera todo en perspectiva o como si cayera en la cuenta de que de tan automatizadas tenía algunas cosas que en realidad tenía que estar disfrutando, ya las hacía por inercia, sin placer, sin gusto y lo más importante, sin pasión.
Fue en ese momento, que supe que vos no encajabas en la yo que amaneció esa mañana, que era mejor dejarte, por un tiempo (subjetivo obviamente), porque si es cierto que uno se pierde para volver a encontrarse, a la vuelta del camino estarías ahí y sino, habría algo más, un alter, un yo que no eras vos, un vos que se acoplara a mí y a lo que realmente desee, no a lo que los demás quieren, pretenden o infieran que deseo.
Para todo hay tiempo, para todo estamos a tiempo. Si algo no encaja, no hay que forzarlo, si algo no te gusta no tenés que forzarte. Si hervís, evaporate. Si dejo todo, al menos por hoy, el tiempo, mi tiempo es el que va a transformar mi corazonada en certeza, la energía potencial en cinética, una posibilidad por otra, una idea en una nueva realidad.

Recién me despierto. Estoy a tiempo.

jueves, 1 de septiembre de 2016

SAD, but true... (O de cómo hacerse docente y no morir, ni matar en el intento)

--Hasta el 2/09 hay tiempo para presentar todos los papeles en la SAD, tienen que llevar DNI, fotocopia del analítico que tenga promedio y porcentaje de materias, también el del colegio, no se olviden, cualquier cosa vienen y nos preguntan en la mesita.

Diciendo eso en un aula, alguien me recuerda que una vez más, todavía estoy a tiempo de registrarme en uno de los listados para dar clases que tiene la provincia. Podía ir desde el momento en que tuviera el 50% de la carrera, que fue como hace tres años. Pero el primer año, me sentí demasiado joven, el segundo me dio paja (no hay otra forma de decirlo) y el tercero también.
Como no hay dos sin tres, decidí hacerlo todo en tiempo récord. Empecé a juntar lo que tenía que llevar la última semana de agosto, la fecha límite que me había autoimpuesto era el 1/09, porque el 2 iba a ser un caos y no sabía si en la SAD había sillas para sentarse a leer un libro, como en las interminables colas del banco.
Como tuve vida de nómade y pienso seguir teniéndola, lo primero que tuve que hacer fue legalizar mi analítico en la provincia, tiene cinco sellos encima de la última hoja, pero le hacía falta uno más, al menos eso creía.
--No, gordita, le falta el sello del Ministerio de Educación.
--Ahí lo tiene-- señalo.
--Ese es del Ministerio de Educación de Mendoza, falta el de acá. Bue, el de la Nación. Eso se hace en 1 entre 43 y 44, enfrente de la estación.
Voy, esperando toparme con el Ministerio estándar de la ciudad: edificio afrancesado, con alguna alusión a los masones, puertas de madera y una cola enorme saliendo de algún lugar. No encuentro nada, paso de largo una oficina de Migraciones, del Ministerio del Interior, ¿pero Educación?, bien gracias.
-- ¿Educación?, queda en 13 y 57, ¿estás segura?-- me pregunta el kiosquero de 1, 42 y 43.
--Sí, me mandaron desde el Consejo Escolar de 2 y 42, a legalizar el analítico.
--Eso se hace en Migraciones, en la oficina del Ministerio del Interior, en la otra cuadra.
Vuelvo a ir. Me topo de frente con una chica que en el Consejo estaba justo antes que yo en la cola.
-- ¿Dónde es?
--Pasá  todos los extranjeros que te vas a topar y donde dice Legalizaciones, te vas a encontrar con uno parecido a Obelix y una mujer rubia con mucha cara de orto. Te va a tocar a vos directo, porque no hay nadie.
--Genial.
Recorro el pasillo de lado a lado. Me encuentro a la rubia.
-- Ya te atiendo, ¿tenés turno?
--No
--Bueno, desde el lunes hay que sacar turno, acá los mandan como sin nada y no puede ser.
--Disculpá, pero es la primera vez que hago esto y nadie me dijo que tenía que sacar turno, la convocatoria cierra el viernes, es miércoles, necesito que me ayudes.
--Nombre.
--B I B I L O N I
--Dije nombre.
--Victoria.
--Gabriela.
--También.
Me firma todo y me estampa un sello.
--Por favor, decile a los del Consejo que dejen de mandar gente sin turno. Hoy estoy haciendo una excepción.
En el Consejo me ponen el tercer sello del día y con todo listo voy a la SAD. La cola tiene una cuadra afuera, y adentro sigue en forma espiralada. Hay gente que histéricamente completa formulario tras formulario y entra en pánico cuando se le termina la tinta de una lapicera, le pifia en el año de egreso cambia los datos de lugar. Entre todos, a lo largo de la cola nos preguntamos si realmente lo estamos haciendo bien, no sabemos qué dejar libre o qué llenar y cómo. Nadie nos explica, nos corrigen cuando ya lo hicimos y mal. Las fotocopiadoras de alrededor también tienen cola. Un trámite de registro puede llevar horas. En la esquina y a mitad de cuadra ya hay dos parrilleros se disponen a preparar el almuerzo para cualquier transeúnte que se muera de ganas, o de amor, por un chori. 
No tengo el teléfono conmigo, no llevo reloj, el de la oficina de al lado tiene casi las tres de la tarde y el resto de la gente tampoco tiene relojes visibles. Es tanta la ansiedad y quizá el miedo a que se haga la hora de cierre y sigamos ahí, que creo que a nadie le importa husmear el celular.
Me llaman.
--Pegá la carátula con la carpeta.
-- ¿tienen plasticola o cinta scotch?
--No, acá no tenemos nada ya, ¿te pensás que sos la única a la que le pasan esas cosas?, estamos desde las 9 acá. Conseguí. Que alguien te preste.
Voy a una oficina. La mujer no tiene, pero su hijo sí. Pese a su insistencia, la madre no lo deja ni sacar la cartuchera. Voy a otra oficina.
-- Buen día, ¿no tenés un poco de cinta?
-- ¿Es joda esto?, yo pago estas cosas todos los días.
--Es un pedacito, sino no me aceptan el formulario. Nadie me dijo que tenía que traer la portada pegada.
--Está bien, pero que sea la última vez.
--Gracias...
Vuelvo a la silla en la que estaba.
A la chica de al lado le dicen que no le van a tomar el analítico del secundario, que no lo necesita, que no es necesario. Le cierran la carpeta y se da. 
--Ya está.
--Menos mal, son 12:30, ya nos vamos nosotras, piba.-- me dice una de las empleadas, que junta, controla y sella todos mis papeles.
--¿Está todo?
--Está todo
--Mi analítico del secundario está ahí.
Cuando la empleada que atendió a la chica de al lado se levanta, la que me atiende a mí habla.
--Dejalo por las dudas, no vaya a ser que te falte, mejor que sobre, en noviembre vas a tener noticias, sino tenés que hacer el reclamo, preferentemente antes del año que viene.
-- ¿Cuándo abre la inscripción el año que viene?
-- No sabemos y tampoco te va a importar demasiado, porque vas a venir cuando esté a punto de cerrar, como hacen todos.
Se escucha un grito.
--Otro pendejo llorando.--da un suspiro.-- te podés ir.
--Gracias. Buen finde.
Se ríe.

--Ponele... ¿quién sigueeeeeeeee?

sábado, 27 de agosto de 2016

Morado corazón

Son las seis y media de la mañana. Es lunes y este es el primer cambio del día, el primero de muchos, a lo largo de toda la semana. Vine con la morada puesta a la facultad. Tengo una hasta para dormir, pero esa es otra historia. Yo estoy acá a punto de salir a la mesa y me sobran los motivos para hacerlo. En las buenas y en las malas. Siempre.
Un verano íbamos con mamá pasando por el comité de calle Alem, en la ciudad de Mendoza y ella que siempre dijo que haría política y que le iría bien, pero estaba desencantada, me confesó a voz baja “mi corazón es radical, cuando yo iba a la facultad esa impronta estaba muy marcada, como será que la tía me había tejido boinas blancas. Yo iba a ver a fulano o mengano a los actos que hacían y ni hablar de que votaba a la Franja. Derecho la sigue conduciendo la Franja, vos fijate.” Me brillaron los ojos.
A la semana me afilié al partido. Pero el momento que marcó un antes y un después fue cuando un domingo a la noche, un correligionario me dijo “venite mañana para el Cece”. Empecé a militar en Franja Morada.
Todo parecía muy sencillo: había que estar en la mesa, decir las aulas-y decirlas bien-, hacer los cambios cada tres horas, panfletear y re-panfletear y listo. Un día alguien me preguntó qué hacer si había rendido por quinta vez mal un final y estaba cursando la correlativa de la materia que tenía que recursar y se me vino el mundo abajo. Tenía alguien atrás para decirlo, pero yo tenía la responsabilidad de encontrar una solución cuando no hubiera nadie más. Si alguien recurría a mí, tenía que ser yo quien se preocupara en darle una respuesta.
Con el correr del tiempo venía alguien que decía que no podía pagar las fotocopias, otro que no entendía ni jota de lo que Etkin decía u otro que no sabía ni por dónde empezar a leer para tal o cuál materia. Y ahí estaba yo, parada, intranquila, buscando soluciones, improvisando, aprendiendo a los ponchazos qué era eso de militar en una agrupación que hacía más de veinte años era el centro de estudiantes.
-A la remera no te la podés poner por nadie, esto lo tenés que hacer por vos, porque te sale, no por obligación- me dijo un ex presidente.
-A la remera te la vas a ganar militando, saliendo a garantizar todos los días los derechos de los estudiantes-continuó un consejero.
Y todavía me acuerdo de la emoción y el orgullo que sentí cuando lo vi al gordo, que bajaba del ascensor con dos remeras y me alcanzó una.
-Es talle M, fijate si te queda.
Me quedó perfecta. Así empezó. Así seguí. Así entendí que nosotros, todos, los casi 70 que somo-y creo que me quedo corta- no militamos por ganar un voto más o menos. Hacemos la diferencia todos los días, por el solo hecho de estar ahí, desde el curso de ingreso hasta el Festejo Responsable. Quienes nos eligen para estar donde estamos no depositan un papel, sino otras cosas muchísimo más valiosas: la confianza, la convicción, la seguridad y la certeza de que siempre van a tener alguien que mueva cielo y tierra para garantizar sus derechos.
Yo milito porque estoy convencida de que como decía Mandela “la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo” y más que un arma, yo siempre la vi como una herramienta, LA herramienta para cambiar no sólo el mundo, sino TU mundo, ese que se construye y cambia, que es tuyo por el solo hecho de ser persona y que es único como uno mismo.
Puedo estar pateándome las ojeras, sin poder ponerme al día con las quinientas mil cosas que tengo que hacer, muerta de frío los sábados a las ocho de la mañana con la puerta de 47 abierta, sin saber qué voy a encontrar abierto para comprar comida porque ya son más de las 22 y todavía no me fui o doblando panfletos un domingo. Pero el día, mi día, vale la pena si con esfuerzo y constancia pude ayudar a alguien, resolver uno, diez o cien problemas y si aunque sea una de esas miles de personas que todos los días vienen a la mesa, me cruza por el pasillo, el aula o la biblioteca, sabe que voy a estar ahí y que puede contar conmigo cuando lo necesite.
Son las seis y media de la mañana. Es lunes y este es el primer cambio del día, el primero de muchos, a lo largo de toda la semana. Vine con la morada puesta a la facultad. Tengo una hasta para dormir, pero esa es otra historia. Yo estoy acá a punto de salir a la mesa y me sobran los motivos para hacerlo. En las buenas y en las malas. Siempre Franja Morada.




martes, 26 de julio de 2016

Te borro

Se rompió, se dobló, se resquebrajó. Dejó de ser lo que era.
Murió, la mató, la dinamitó, la tiró, la eyectó. No fue más.
Hizo estragos, añicos, desórdenes y órdenes en los que las piezas dejaron de encajar.
Dos de nosotros terminamos un vínculo. No vale la pena ver en quién la culpa está.
Lo que era, no es. Lo que fue no será.
"Será como si nunca hubiésemos existido", se dijo.
Y me borró.
De sus cuentas, de su vida, de su círculo de amigos, de su historia.
Chau. Hasta la vista. Encantada de conocerte, un gusto/susto conocerte.
C'est finí.
Te borro.
Me borro yo también.

jueves, 14 de julio de 2016

Híbrido

Quería ser abogada. Hice el secundario en Humanidades y Ciencias Sociales, con orientación en Pedagogía y Educación. En el último mes del último año se me ocurrió que quería estudiar Medicina. Me preparé para eso, me empaché de fórmulas de física, ejercicios de química (esos que aún en mis ratos libres o de mucho aburrimiento sigo haciendo) y hojas enteras sobre taxonomía. Entré, me cansé, dije que no era lo mío, que me gustaba escribir, que me apasionaba contar escribiendo y me mudé, dejé todo y fui a la facultad de Periodismo. No, tampoco estudié Periodismo, sino Comunicación Social, orientada en Planificación, que es un proceso y a su vez una acción, que no sale de los medios, sino desde las organizaciones, desde un cerebro que marca una identidad, una misión, una visión y unos valores. Yo tengo que encontrar modos, tácticas y estrategias para transmitirlos, para incorporarlos y hacerlos tangibles para todos los que compongan esa organización. Igual me gusta la física, igual me apasiona el Derecho, igual entiendo de química. Pero la linealidad me aburre y el saber así como yo y tantas otras cosas vamos en cadena. En esa cadena, me encontré metida en Económicas, estudiando Licenciatura en Administración (no de empresas) y también terminando un Profesorado en Comunicación Social, porque sí, aparte de que me gusta saber, me gusta enseñar. Fui profesora de Lengua durante un cuatrimestre, en un plan implementado por un gobierno del que no era afín y en el que mis clases se basaban hasta en Shakespeare, pero también en Sábato y Galeano. Mi abuelo paterno también fue profesor, sus obras son parte del programa de Literatura Francesa de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNCUYO, casa de Altos Estudios de la que se graduó con honores. Sabía hablar francés, griego y latín. Mi papá sabe hablar latín, mi mamá habla muy bien italiano. Cuando era adolescente me metí a estudiar alemán, papá decía que me iba a "derechizar", mamá decía que los italianos y los alemanes tenían "un feeling" especial. Cuando dejé de intentarlo en Ciencias Médicas, dejé alemán, me puse a estudiar inglés, fui la mejor del curso, pero no lo seguí porque me tenía que mudar a estudiar Comunicación, lo mismo pasó con italiano, que lo hice como regular, pero podría haber avanzado más niveles de los que originalmente pretendí. El año pasado hice un curso de francés, este año seguramente lo intente con portugués, aunque quisiera ir a danés o también aprender sobre la cultura irlandesa. Eso soy y puedo ser todo eso y más. Soy infinita, todóloga, reversible, transdisciplinar, camaleónica. Soy, estoy siendo, sería y seré híbrida.

sábado, 23 de abril de 2016

Puedo contar hasta el infinito

Seguro tuviste más de un problema por ser principista, tozudo y pensar todo quinientas veces como buen taurino. Conociste a la abuela aprendiendo idiomas, sabías hablar cuatro, igual que yo. La frase de cabecera de mi blog es la misma que está en la primera obra que estrenaste con tu escuela de Teatro. Yo me enteré cuando llegué al posteo 50, vos quizá lo sabías. A veces quiero creer que lo sabías o que cuanto menos te lo imaginabas. Por eso todo.

Cuando di mi primera clase de Literatura, fuiste la primera persona que se me vino a la cabeza, después mamá, los chicos, mi nonno, pero primero vos, porque había escrito con una tiza fucsia, en parte queriendo y en parte sin querer "G. Bibiloni. Literatura 1" y sabía que vos hacía casi 60 años, con otra letra y en otro contexto, también habías hecho lo mismo. Sentí tanta emoción y tanto orgullo, que el miedo inicial se me fue, empecé a hablar, puse un tema de Serú Girán y repartí un texto de Sábato, Estabas ahí, no lo dudo.

Quiero creer que lo sentías. Que tenías la certeza de que tus libros, tus escritos y hasta tus cuadernos algún día iban a estar en mis manos o en las de alguno de tus otros diez nietos y que fue precisamente por eso que todas las portadas tienen tu firma y la fecha y que algunas páginas están marcadas o señaladas adrede, destinadas a alguien que quizá era alguien más, que no eras vos y tal vez era yo. Aunque no estuvieras físicamente, de alguna forma querías estar, te querías quedar. Permaneciste.

¿Cómo explico que te conozco, aunque nunca nos conocimos?
Sigamos contando hasta el infinito, como quería Ionesco.



sábado, 2 de abril de 2016

Llamalo mágico

Valió la pena. Absolutamente todo valió la pena. Lo volvería a hacer una y mil veces. 

Cuando uno hace cuentas regresivas no sólo le va restando horas al día, sino que también vive esas horas con una intensidad diferente a la de otras veces. Ayer fue uno de esos días en los que cada hora se vive como un día distinto y cada momento te queda grabado a fuego, casi casi como si fuera un tatuaje. 
El 4 de febrero cuando después de dimes y diretes, idas y venidas por fin tuve mi entrada. Sí. Iba a ir a ver a Coldplay por primera vez y en mi ciudad, La Plata. Ayer, 1 de abril de 2016, esa espera que había empezado hacía cincuentipico de días, dejó de ser espera y comenzó a hacerse realidad. 

Mis amigas y yo llegamos a hacer la cola a la avenida 32 después del mediodía y a partir de las dos de la tarde empezó a lloviznar. Nadie pensó que la lluvia duraría tanto, al menos no tanto como para que los vendedores ambulantes se avivaran y empezaran a vender al módico precio de $30 bolsas de consorcio de todos colores, a modo de impermeables. Sí, las usamos y sí, nos cubrieron de la lluvia no solo afuera, sino también adentro del estadio. Para las seis de la tarde, esa misma bolsita que te cobraban a $30 ya rondaba los cincuenta y llegué a escuchar precios aún mayores. La lluvia parecía no dar tregua y alguien, un pájaro de muy mal agüero se aventuró a decir "¿y qué pasa si con toda esta agua se mojan los equipos y se suspende el recital?" Estando a dos filas del escenario, por más que nos siguiéramos mojando, no nos íbamos a mover, si habíamos hecho todo para estar ahí, ¿por qué no podíamos hacer todo y un poquito más?. Ahí nos quedaríamos por más que nevara, temblara o se desatara el diluvio universal. 



Después de dos teloneras, la última, Lianne La Havas que la rompió con una versión de "I say a little prayer" de Aretha Franklin, y varios minutos de incertidumbre que pasaron entre máquinas que conectaban y desconectaban y secadores de piso, se apagaron las luces. Salvo porque el corazón me latía tan pero tan fuerte que me aturdía, no escuchaba-no era capaz de escuchar- nada más a mi alrededor. El estadio había enmudecido, pero nuestros corazones no podían parar de gritar. El cielo no estaba lleno de estrellas ni nada parecido, pero para nosotros, ese segundo significaba el paraíso.
Cuando el escenario se encendió, las luces que teníamos en las muñecas también. Ahí estaba la banda, la espera terminó. Yo estaba ahí y ellos, tan fantásticos, tan grandes, tan intangibles, también estaban ahí, bajo la misma lluvia incansable, bajo la misma euforia. Tardé un tema más en caer. Eran ellos, estaban tocando Yellow y no importaba más nada. Tocaron Shriver y no pude contener las lágrimas. 
Del show mismo no tengo palabras, todas las que pueda llegar a decir, me quedan chicas para tantas emociones juntas. Escuchar en vivo esas canciones con las que pasó parte de mi vida, sigue siendo una locura y de las más lindas.
Vimos a Coldplay envueltas en plástico, ¿y qué importa?, no éramos las únicas. Por toda la ciudad había cuadras y cuadras de xylobands que se negaban a apagarse. Todos queríamos que este momento, que la sensación y las mil y una cosa que sentimos dentro del estadio siguieran encendidas todo el tiempo que fuera posible. 
Las bolsas nos siguieron sirviendo para no morir de frío mientras mis amigas y yo pateábamos por avenida 19, esperando que un remis nos quisiera llevar de a cinco. Mi entrada quedó hecha un bollito verdeazulado en el fondo de una cartera que no paraba de chorrear, aún hoy, me sigo sacando papel picado del pelo y no puedo ni poner Fix You sin que el cuerpo me dé un vuelco o se me ponga la piel de gallina.  

El frío, el hambre, el sueño, la sed, el dolor en ya no sabía dónde, los dedos arrugados de estar pasadas por agua, los tirones de pelo, los empujones y todos los etcétera pasaron a segundo plano. Estaba cantando, agitando, pogueando, bailando, saltando y varios -ando más con mis amigas, con 50 mil personas más y con Coldplay. El mismo amor, la misma lluvia. Por dos horas no hubo otra cosa. Fuimos felices. Nada más y nada menos que eso. El gracias también me queda chico. Todo valió la pena, absolutamente todo. No lo pienso ni media vez más, lo volvería a hacer. 

viernes, 11 de marzo de 2016

La espera

Son las 8. La hora que habíamos convenido para encontrarnos.Yo estoy ahí, siempre llego puntual, a veces hasta me paso y soy impuntual, pero por llegar demasiado temprano.
Desde las menos cuarto que miro hacia el picaporte, sabiendo y sin saber si la próxima persona que va a entrar sos o no sos vos, si venís o sólo vine a perder el tiempo, el día y un poquito menos del orgullo que quedaba por ahí un par de veces evitó que cometiera varias locuras.
Si mi orgullo no existiera, desde las y media que te estaría esperando, pero no, di tres vueltas a la manzana antes de entrar.

¿Estarás haciendo lo mismo o ni siquiera saliste de tu casa?
Conté ovejas toda la noche y con vos podría contar hasta el infinito, te juro. Se hicieron las ocho sí.
Entraron dos señoras, un perro, un elefante rosado, un unicornio azul y un caballo que habla. ¿Qué dije?, ¿que puedo contar hasta el infinito?, ¿realmente puedo?, ¿realmente quiero?

Yo no soy Penélope de nadie, ¿por qué tendría que esperarte? La respuesta es obvia, me la estoy jugando, a todo o nada, a matar o morir, a entregarme o no.

Son las ocho y media. No puedo más. Me voy, me voy, esto fue un error, pensé que estabas cerca, pensé que estabas, que te pasaba lo mismo que a mí, y no. Ya me volví estúpida mirando al picaporte, sintiendo el chirrido de la puerta, mirando pies que no son los tuyos, cuerpos que ni se le parecen al tuyo y presencias que no me hacen tener el corazón en la boca.
Me levanto. Estoy dolida, decepcionada, rota. ¿No era que el universo se complotaba con las causalidades cuando querías algo?, ¿por qué ahora no pasa nada?, ¿por qué?

--Victoria.
El grito viene desde el fondo. Me estremece de pies a cabeza. Es la voz que quería escuchar, tu voz.
Me doy vuelta. Estás ahí. Te veo levantarte, te veo mirarme.
--Me cansé de dar vueltas a la manzana, te estaba esperando.Yo también te estaba esperando.

lunes, 7 de marzo de 2016

Para economizar

-Decime tu apellido gordi
-Bibiloni.
a) -¿Cómo?, ¿me lo deletreás? ¡por favor!
-B I B I...
-¿Larga o corta la b?
-Larga.
b) Babiloni, ok.
-No, con I
-Sí, Babiloni
-No, B I B I L O N I
-Como Babilonia, pero con otra I
-Y sin ninguna A.
-¿Y qué significa?
-Aparentemente, Babilonia, con todas las A.
c) -Bibiloni (dicho con entonación italiana) ¿Lleva doble l o doble n?
-Ni lo uno ni lo otro, se escribe como suena y se pronuncia como se escribe. Y es español.
-Pero suena italiano, ¿estás segura?
-Segurísima. Es de Mallorca y hay registros desde el siglo XIII
d) -Y vos, Bibiana ¿qué opinás?
-Victoria.
-Pasa que el apellido... es muy... demasiadas I, demasiadas B. ¿te molesta si te digo Bibi a secas? para economizar, digo.

domingo, 6 de marzo de 2016

El Gabo y Quino

«Quino, con cada uno de sus libros, lleva ya muchos años  demostrándonos que los niños son los depositarios de la sabiduría. Lo malo para el mundo es que a medida que crecen van perdiendo el uso de la razón, se les olvida en la escuela lo que sabían al nacer, se casan sin amor, trabajan por dinero, se cepillan los dientes, se cortan las uñas, y al final - convertidos en adultos miserables - no se ahogan en un vaso de agua sino en un plato de sopa. Comprobar esto en cada libro de Quino es lo que más se parece a la felicidad: la quinoterapia.»

Gabriel García Márquez, 92


viernes, 26 de febrero de 2016

Podría vivir sin vos, pero no quiero (arder y durar)

Podría vivir sin vos. Estaría tranquila. No me despertaría todas las mañanas con ese "no sé qué" en la panza que tengo desde el segundo exacto en que te conocí, ni recordaría a la perfección el ruido de tu cuerpo desplomándose sobre la silla que acercaste a la mía la primera vez que hablamos. 
Podría vivir sin vos. Sin buscarle explicación a tus arrebatos, a lo intempestivo de tus reacciones, a tus enojos en oleada, sin negociar con tu capacidad para sorprenderme, descolocarme y dejarme sin pies, ni cabeza, sin saber dónde estoy, ni para donde voy, sabiendo sólo que voy con vos.
Podría, sí, en uno de mis arranques, enojarme, borrarte de todas partes, sacarte de raíz, fingir que fuiste un sueño, una alucinación... podría creer o hacer como si creyera que no exististe, que no fuiste, que no eras, que no fuimos. Sí. Podría. Podría y de ahí en adelante mi vida seguiría su curso, la tuya el suyo, viviríamos el tiempo que nos quede, pero sin compartirlo. Me resisto. Una y mil veces me resisto.
Podría hacerme la boluda, decir que sólo convergimos en un punto, para chocarnos, explotar y arder como lo hicimos, para luego desintegrarnos en la nada misma, como le pasa a dos desconocidos cualquiera, de esos que arden más de lo que duran o duran más de lo que arden. Nosotros no. Yo con vos no. Vos conmigo, menos.
Quizá hubiésemos podido vivir, yo sin vos, vos sin mí, nosotros sin nosotros, pero no pasó. No era ni siquiera viable. En medio de nuestra colisión, de nuestras coincidencias y diferencias nos transformamos, no volvimos a ser los mismos. No pudimos, ni quisimos. Y es precisamente por eso que hoy caigo en la cuenta de que aunque sé que podría vivir sin vos, no quiero, porque te elijo, hoy y mañana. Mientras arda, mientras dure, mientras me sigas sorprendiendo, mientras al encontrarnos podamos seguir siendo. Aunque no seamos siempre los mismos, siempre somos, siempre seremos. 

jueves, 21 de enero de 2016

... Por eso vengo a militar...

"...Nunca quise tanto a nadie como vos, por eso vengo a

 militar, la UCR es mi vida vos la pasión, vos la cosa más 

grande que llevo en el corazón. Mi sangre es roja y blanca 

también, somos del partido de Yrigoyen y de Alem..."

https://www.youtube.com/watch?v=DNafzVspO0c